Cosas de Novios - Namjin

Torpeza

     -Ven a comer, Namjoon. –el hombre levantó una bolsa con dos charolas. El nombrado, quien estaba sentado ayudando a ordenar unas carpetas a una de las trabajadoras del lugar, alguien que estaba cumpliendo con su servicio social antes de graduarse.

-Voy cuando termine, hyung. –aseguró apuntando al trabajo que le rodeaba. Sin embargo, el mayor restó importancia.

-Anda, tus padres permitieron que te quedaras aquí y aceptaron que te alimentara a modo de pago, vente, apenas acabemos puedes continuar. –insistió en que viniera con él, pero Namjoon negó nuevamente.

-Hyung, iré pronto. –prometió con una sonrisa.

Se observaron antes de que el adulto suspirara encogiéndose de hombros. Él sí tenía bastante hambre, no había desayunado, así que decidió que no había por qué esperar al joven –De acuerdo, cuando quieras comer estará tu parte en mi oficina.

Namjoon asintió regresando su vista a los papeles y carpetas con los registros de los libros que habían sido llenados el día anterior, de favor le pidió la secretaria que los ordenara por ella mientras se encargaba de otros registros que debían ser escritos a máquina. Tomó entre sus manos varias de las hojas y las golpeó suavemente en la mesa, revisando que estuvieran todos en orden, o aparentando eso hasta que notó que su hyung ya se había subido todas las escaleras. Sus ojos viajaron rápidamente para ver el reloj, notando que faltaba poco para que llegara el bonito Kim Seok Jin.

Descubrió que no iba diariamente, quizás cada dos días, a veces tardaba en volver hasta tres días, y cuando venía llegaba aproximadamente a la misma hora, a eso de las 3 de la tarde. Se quedaba unas horas leyendo, anotando en su cuaderno, suspirando y a veces, notándose muy frustrado. Era curioso como hacía algunas veces muecas para luego frotar su rostro, despertándose, en momento así Namjoon se sorprendía al ver que seguía viéndose muy atractivo a pesar de la cara ligeramente colorada.

Namjoon se removió en su lugar volteando a ver a la puerta, esperando a que entrara. Así podría verlo escribir en el registro, caminar hacia las estanterías deteniéndose solo un momento para preguntarse qué libros debería tomar ese día, entonces una vez se encontrara listo, se sentaría (seguramente en la mesa frente a la que estaba sentado Namjoon) a estudiar por algunas horas. Namjoon podría entonces mirarle el rato que se quedara ahí, apreciándolo lo lindo que era, siempre a distancia, la máxima que pudiera tener intentando no ser descubierto ni incomodarlo. Aunque en momentos como ese, en el que se daba cuenta de lo observador que era y lo emocionado que estaba por tan solo verlo.

Podía parecer algo acosador –y quizás lo era-, pero no se atrevería a acercarse. El padre de Namjoon le dio ese consejo luego de descubrirle, o bueno, estaban cenando solos cuando el hombre mayor le dijo que le notaba diferente, más sonriente, entonces preguntó por cuál chica le había hechizado. Colocándose muy nervioso, se delató, y acabó contando de "esa persona" que entró en la biblioteca desbordando belleza, entonces su padre, sin saber que hablaba de un hombre pues ignoraba la orientación de su hijo, le aconsejó lanzarse e ir con la muchacha para invitarla a una cita.

Conociendo de su timidez, Namjoon recibió de su padre una serie de consejos y piropos que según el mayor, lograrían hacerle sentir más seguro al decirlos a la muchacha, y a ella, le harían caer por él.

Ya fuese que Namjoon lo adaptara a Kim Seok Jin, o que en otro mundo alterno fuera una muchacha la que había atraído su atención, Nam sabía que le sería imposible acercarse, no sin ponerse a tartamudear y querer arrojarse por la ventana.

Quizá no era correcto verlo a la distancia, acosarlo de cierta manera, pero en serio que no se le ocurría qué otra cosa hacer más que admirarlo. Estaba bien así, se repetía, no necesitaba más que verle para sentirse bien. Por ahora.