Detalle

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     Si Kim Seok Jin le había dejado un bonito y delicioso chocolate, él podía dejarle otra cosa aparte de las notas.

Por ello, camino a la biblioteca, se mantuvo atento a cualquier dulcería que se le cruzara preguntándose qué sería bueno darle, pero cuando se topó con una planta cuyas flores eran tantas que algunas ya se encontraban en el suelo, no dudo en agacharse y tomar una de esas pequeñas florecillas rojas. Su olor era agradable, sutil, y su aspecto era tan precioso que no pudo evitar compararlo con los labios del chico que recibía sus notas.

—Namjoon, ¿Aun no arreglas tu bicicleta? —la pregunta del guardia de seguridad hizo reír al chico, quien negó avergonzado. No podía superar aun que hasta el manubrio se soltó— Hazlo pronto para que no te tardes tanto en venir, caminar puede ser cansado.

—Lo haré. —asintió.

El guardia entonces le dejó pasar, y así como él lo hizo, también la secretaria le felicitó por los lentes. Su hyung, quien estaba detrás del escritorio de la entrada, levantó la vista al escuchar tan cumplido —¿En serio los necesitabas? —preguntó con una sonrisa, dejando lo que hacía para prestar toda su atención al joven.

—Claro que sí, la de problemas que me ha dado por su ceguera. —Namjoon apretó los labios y agachó la cabeza ante las palabras risueñas de la secretaria. Una mano apretó sus hombros en señal de consuelo.

—Te ves bien, ¡Y apuesto que ahora ves de maravilla! —sinceramente, sí notaba una mejora, pero no se consideraba completamente ciego antes, solamente le costaba enfocar los objetos a distancia y leer sin acercarse el libro a la cara. El lado positivo era que eso había terminado.

—Sí, hyung, tiene razón. —tras un nuevo apretón en los hombros, el hombre sonrió.

—Me alegra, ¿Ya tienes hambre? Te estuve esperando para comer.

Tras asentir, el adolescente prometió subir en seguida, solo tenía algo que hacer primero. Su hyung volvió a revolver su cabello con cariño antes de empezar a encaminarse a las escaleras, Nam no esperó a que se desapareciera para moverse.

Prácticamente corrió a los pasillos de libros buscando uno en específico, aquel que Kim Seok Jin estaba leyendo en la página 210, si no recordaba mal. Al encontrarlo en su lugar, lo tomó con confianza y una gran sonrisa, yendo a la página correcta.

Del bolsillo de su pantalón sacó dos cosas, una nota doblaba perfectamente en cuatro y una flor roja, ambas fueron a parar a las páginas del libro que cerró sin dudarlo, debía acomodarlo justo donde lo encontró, así no le costaría encontrarlo a su castaño.

—¿Qué metiste en el libro, Namjoon?

Pudo haberse desmayado de sólo escuchar la seriedad en esa pregunta. El adolescente volteó a ver a su derecha, donde le miraba con los brazos cruzados su hyung, se veía serio –quizá hasta enojado-. Que no respondiera rápido, le hizo molestarse más, solo se había interesado en qué era lo que tenía que hacer el chico antes, encontrándose con la sorpresiva imagen. Empezó a caminar hacia él, Namjoon se quedó congelado sin poder ser capaz de tomar el libro y mostrarle lo que estaba dentro, aunque le tuviera confianza al hombre, podía imaginarse que no se tomaría nada bien que estuviera dejando notas dentro de los libros de la biblioteca.

Le vio acercarse sin que él se moviera su lugar, su hyung tomó el libro que tenía el mensaje escondido, entonces, volvió a mirar a Namjoon como esperando a que confesara. Avergonzado, Namjoon agachó la cabeza, esperando el regaño.

Tras suspirar, el mayor abrió el libro empezando a buscar entre sus hojas qué fue lo que se había puesto entre sus hojas, ignorando que con el movimiento, una hoja doblada cayó entre sus pies. Namjoon lo vio, y desesperado, ocultó la hoja con un pie, arrastrándola con cuidado hasta él para no quedarse con la pierna estirada. Afortunadamente, el mayor no lo notó.

Cosas de Novios - NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora