LIV

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SERKAN


Mustafa Bolat, mi hijo, hecho con todo el amor que hubo, hay y habrá entre el amor de mi vida y yo.
Desde el momento en el que la doctora me lo dio supe que jamás volvería a cometer los errores que había cometido con Eda en el pasado, no me podía proteger a mi y ser egoísta, no podía apartarlo de mi porque era una parte de mi. Porque desde ese momento supe que mi vida era de él, porque lo iba a proteger de todo y de todos.

El sentimiento de plenitud y de miedo siguen presentes desde ese primer día hasta la actualidad.

Mi pequeño ya tiene 4 meses, parece poco pero en este tiempo lo vi crecer de manera desmesurada, sabia que los bebés crecían rápido pero verlo día a día era algo inigualable.
Eda era la mamá más hermosa y perfecta que haya conocido, y aunque se tomó una licencia del trabajo y yo me quedaba cada vez que podía para ayudarla. La verdad es que ella a los dos meses ya estaba trabajando desde casa, ayudándome mientras cuidaba de nuestro bebé y me esperaba con una sonrisa cuando llegaba.
Ella era simplemente perfecta, Mustafa la adora, hay que ver la forma en la que la mira. Se nota que esta tan enamorado de su mamá como yo.

Yo me despertaba todas las noches cuando escuchaba llorar a mi pequeño campeón, que era demasiado bueno de hecho. Lloraba solo para lo necesario y después dormía.
También a los días de volver de la clínica yo había vuelto a la empresa, en realidad yo y Engin porque no podíamos dejar solo a Ferit a cargo de todo por más que quisiéramos quedarnos con Piril y Eda que tenían muy pequeños todavía a Can y Mustafa.

Pero por suerte no estábamos solos, entre todos nos apoyabamos. Mi mamá que hace un  tiempo se negaba a ser abuela porque eso implicaba ser mayor de lo que quería ser, hoy era la abuela más orgullosa del mundo. Presumía a Mustafa por todos lados, con todas las amigas que decía tener en la sociedad y visitaba seguido nuestra casa para vernos y ayudarnos junto con Seyfi.
Ayfer tampoco se quedaba atrás, venía aún más seguido que mi madre para ayudar a Eda en lo que sea que necesitará al igual que las chicas que se turnaban para ver a Piril y a Eda.

La verdad es que gracias a mi preciosa hada mi vida se lleno de gente buena, gente que ahora se que siempre va a estar para mi. A si también como gracias a ella me pude dar cuenta de que ya tenia algunas personas con esas características de cariño y lealtad desde mucho antes y claros ejemplos de eso eran Engin y Piril.


Seguían pasando los meses y Mustafa crecía cada vez más hermoso, Eda volvió al trabajo al igual que Piril y dejaban a nuestros hijos a cargo de mi madre o de Ayfer o de ambas que tomaron también a Can como un nieto más.
Para cuando nos dimos cuenta estábamos festejando el 1er año de Can, antes de los dos meses festejaban nuestro segundo aniversario de casados y pocos días después el 1er año de vida de nuestro hijo.

Si hubiera sido por mi mamá, llamaba a todos las revistas y hacía una gran fiesta para la sociedad. Pero Eda y yo no teníamos esa idea, así que festejamos su cumpleaños en el jardín de la casa de mi madre pero solamente con nuestros seres queridos.
Eda inclusive había invitado a su abuela, que no asistió pero que desde que se había enterado del nacimiento de Mustafa, le escribió una carta muy emotiva a Eda diciendo que iba a estar al pendiente de él y a cuidarlo a la distancia tanto como lo hizo con ella.
Envío regalos a la casa con Tahir, para el cumpleaños junto con otra carta como las que solían enviarse ellas.

Ese día fue hermoso, pero había otro que le ganaba hasta el momento y fue cuando mi pequeño aprendió a decir papá, todavía me acuerdo cuando lo dijo deteniendo mi corazón por un minuto. Claro que como buen enamorado de su madre, la primera palabra que dijo fue mamá pero no podia culparlo por tener cierta debilidad por ella como yo la tenia.

Un momento que no superó pero que tal vez igualo a ese, fue cuando Eda me dijo que estaba embarazada por segunda vez. Mustafa tenía un año y unos meses en ese entonces pero la noticia llegó para alegrarnos a nosotros al igual que a todos nuestros allegados. Además de que la idea de que mi hijo tenga un hermano con quien compartir como yo alguna vez lo tuve, era una idea que se me hacia perfecta al igual que a Eda que al ser hija única nunca experimento eso.

Esperábamos con ansias al nuevo bebé, ya pensado en que tal vez sería buena idea que comparta el cuarto con su hermano más adelante.
Pero grande fue nuestra sorpresa y alegría claro cuando la doctora nos dijo que esta vez esperábamos una niña.

Mi madre se puso como loca pensando en la nueva decoración para la habitación de nuestra princesa, Ayfer también se emociono mucho al igual que las chicas que recalcaban que mi hija tendría un hermano muy protector.

Y era tan tierno ver a Mustafa con Eda y ella embarazada con nuestra pequeña, ver a mi hijo acariciando la panza de su mamá habrá sido una de las cosas más lindas que vi en mi vida.

Desde que llego Mustafa la casa se había llenado de fotos, la mayoría las sacaba yo así que eran de mi hijo y de mi esposa, pero a veces Eda me sacaba fotos a escondidas solo o con nuestro hijo y después ella misma se encargaba de enmarcarlas o de ponerlas en los albunes que teníamos desde el primer embarazo.

Eda se encargo como la primera vez de los detalles del cuarto de nuestra hija mientras yo pinte y moví todo como ella y mi madre querían.

Lo que todavía no decidiamos era el nombre de nuestra bebé.

Estábamos en la cama, y Mustafa dormía en su cuna a nuestro lado.

—Cada vez falta menos. ¿Ya pensaste un nombre bebé?— le pregunte acariciando su mejilla.

—No se me ocurre ninguno Serkan— me contesto haciendo un puchero.

—Podriamos ponerle como tú madre— le sugerí pero ella negó despacio.

—No es que no me guste el nombre de mi  madre, pero creo que a ella le hubiera gustado que solo uno de mis hijos lleve el nombre de alguno de ellos— me dijo con una pequeña sonrisa.

—Esta bien... pensemos— dije entrecerrando los ojos.

—Tiene que quedar bien con Bolat, tiene que sonar lindo— dijo mordiéndose el labio.

—Podriamos ponerle fresita— dijo aguantando la risa, y sabía muy bien porque.

—Claro que no, porque ese es tu apodo no se lo vamos a poner a ella— dije tocando su vientre para ver si mi bebita pateaba. Y Eda se dedicaba a reírse.

—Esta bien, no fresita... algún nombre de una estrella— me sugirió haciéndome rodar los ojos.

—Claro mi amor, o mejor el nombre de una flor— le dije burlandome.

—Que idiota— me dijo negando pero con una sonrisa. —Aunque no tiene que ser justamente la flor— dijo despues apoyándose en sus codos para levantarse un poco.


—No te entiendo bebé— le conteste.

—Que te parece... Kiraz— me dijo con una sonrisita.

—¿Kiraz?— pregunte frunciendo el ceño.

—Kiraz— me repitió, tenia que admitir que sonaba lindo.

—Kiraz Bolat— complete sonriendo, me gustaba.

—Suena lindo— me dijo.

—Entonces ya tenemos un nombre— le dije besando sus labios una última vez antes de dormir con las tres personas más importantes de mi vida, en la misma habitación.






























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𝓝𝓸 𝓹𝓾𝓮𝓭𝓸 𝓸𝓵𝓿𝓲𝓭𝓪𝓻𝓽𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora