𝓝𝓸 𝓹𝓾𝓮𝓭𝓸 𝓸𝓵𝓿𝓲𝓭𝓪𝓻𝓽𝓮

V

EDA

Cuando llegue a casa después de la oficina las chicas ya estaban ahí, las abrace tan fuerte, me habían hecho mucha falta así que mi tía nos cocino y nos dejo que habláramos solas.
Les conté de Italia y de como me fui enterando de las cosas, lo que había sentido.

Fifi fue la que más se enojo con Serkan ya que decía que si de verdad me quería no me hubiera abandonado y hubiera afrontado conmigo las cosas, y en realidad era lo que yo pensaba también. Ceren se enojo pero no tanto, inclusive me dijo que yo podría perdonarlo en un tiempo no muy lejano. Y Melo vivía en las nubes como siempre diciendo que seguramente ahora su cuñado notando su error volvería a mis pies pidiendo perdón con un montón de detalles.

Y la verdad tenia miedo de eso, tenia miedo de ceder ante él y lo que todavía sentía. Verlo, tenerlo cerca y el como se había portado conmigo, como me había pedido perdón todo eso me debilitaba, aunque siempre había una parte de mi corazón y mente que le reprochaba lo que había hecho, todas las lagrimas que había tirado por el y su manía de controlar todo y a todos, incluyéndome.

Las chicas lograron cambiar de tema haciéndome hablar de mi trabajo final, y de sus vidas. Melo trabajaba ahora como secretaria de Engin cosa que ya sabia, Fifi había recibido una oferta de trabajo en Londres aunque aun no sabíamos de que trabajaba. Y Ceren era la abogada encargada de los asuntos legales de Art Life por lo que quedo en ayudarme y explicarme al menos eso.

Después de esa noche con mis amigas me acosté en mi cama pensando en Serkan, el maldito robot no salía de mi cabeza.

Al otro día emprendí viaje hacia la empresa y ya en la entrada me encontré con él, su presencia, su aroma, el traje y el hecho de que me había dicho mi amor como si nunca nos hubiéramos separado me hizo estremecer y a la vez enojar.

Pero después durante toda la mañana lo sentí mirándome desde el otro extremo de la que ahora era NUESTRA oficina. Ni siquiera podía concentrarme, y no me di cuenta cuando ya al poco tiempo estaba reclamándole pero a la vez coqueteando. Yo misma tendría que retarme por ser tan fácil con él.

Al medio día le entro una llamada, contestaba solo con monosílabos y cuando colgó solo se me quedaba mirando.

—¿Que pasa Serkan?— le pregunte.

—Nada, nada solo que... quería preguntarte algo— me dijo aclarándose la garganta y yo solo me quede esperando.

—Esta mañana, le conté a mi madre que había vuelto y pues... ella pregunta si te gustaría almorzar con... nosotros— me dijo y hasta en cierto punto me dio ternura verlo tan tímido pero no podía ceder y mucho menos sabiendo que la señora Aydan lo hacia apropósito para juntarnos.

—Lo lamento Serkan pero no voy a ir— le dije levantándome de mi lugar y haciendo que el se levante y empiece a caminar hacia mi.

—¿Por que no?— me pregunto. 

—Porque, Serkan tu y yo no estamos juntos, y se muy bien las intenciones de tu mamá. Pero claro que pasare a verla otro día— le dije tomado mi bolso.

—Eda... por favor, es solo el almuerzo ella se muere por verte— me dijo haciéndome una mueca. 

—Y a mi me encantaría verla, pero no voy a ir contigo, en todo caso pasare esta tarde a visitarla— estaba a punto de irme cuando me acorde de algo y volví a acercarme a él.

—Serkan por cierto, como esta ella... pudo..— y no hizo falta que diga más para que el negara.

—Hasta ahora solo tu has podido sacarla, lo intente yo pero... no pudimos, también lo intento con Seyfi, incluso intento llamar a mi padre en su momento para que la ayudara pero el estaba muy ocupado para eso— me dijo bajando la mirada y haciendo que me sienta mal.
Me acerque muy lento hacia él pero dejando una distancia prudente entre los dos.

—Lo lamento mucho Serkan, si yo puedo ayudarla otra vez lo haré sin duda alguna— le dije tratando de ver su rostro que estaba hacia abajo.
Pero quede muda cuando lo vi levantarlo, sus ojos, los que tanto me gustaban estaban llenos de lagrimas. Son pocas las veces en las que había visto vulnerable a Serkan Bolat.

—Tu no sabes lo difícil que fue para mi dejarla Eda, fue tan difícil y después cuando mi padre le pidió el divorcio. Intente volver pero ella me dijo que no, y a veces estoy tan ocupado que no puedo pasar a verla tan seguido como quisiera yo o como se que ella lo querría.

Yo solo termine de acercarme para abrazarlo, mis manos lo tomaron de sus hombros y lo atrajeron hacia mi, y él me tomó fuerte de la cintura desapareciendo cualquier espacio que hubiera mientras escondía su rostro en mi cuello.

—Te prometo Serkan que si esta en mis manos, Aydan va a salir de esa casa para disfrutar todo Estambul, y todo el mundo contigo— le dije acariciando su nuca.

El no me contesto nada pero si sentí un par de lagrimas más, nos quedamos así solo en silencio, mientras el me apretaba tan fuerte como para que yo no escapase o para el no volverme a soltar. La cosa es que estaba tan cómoda, lo había necesitado tanto y ahora que estaba aquí veía que tal vez el también me necesito.

Yo empecé a soltarlo de a poco pero al hacerlo Serkan cada vez me tomaba más fuerte.

—Serkan... Serkan, tengo que irme— le susurre al oído.

—No, no vuelvas a irte por favor— entendí a lo que se refería.

—Pero tengo que almorzar, y tu tienes que ir a ver a tu madre. Ve y envíale mis saludos, y avísale que la visitare lo más pronto posible— le dije mientras sentía su agarre aflojarse.

Cuando nos separamos su rostro estaba tan cerca del mío, tuve que contener la respiración cuando lo vi mirar mis labios haciendo que yo mire lo suyos. Eran tan tentadores, y aunque sabia que si lo volvía a hacer ya no podría alejarme más, las ganas de besarle estaban más presentes que nunca.
Muy despacio nos empezamos a acercar, su cercanía me estaba torturando y justo cuando nuestros labios estaban apunto de rozarse escuchamos voces desde afuera y justo cuando íbamos a separarnos...

—Ah perdón hermano, Eda— dijo Engin, quien venia seguido de Piril.

Todo era muy obvio, no había nada que explicar así que agarre de nuevo mi bolso.

—No te preocupes Engin, yo ya iba de salida— le dije tratando de reponerme. 

—¡Eda!— me dijo él haciendo que me girara a verlo.

—Mándale mis saludos a tu madre si— le dije antes de irme de una vez a almorzar, y agradecer no haber caído tan rápido.

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