Sortilegio Reflejo

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Bastante tiempo dejé de enviar hojas al viento. Me quedé en silencio, mientras la magia por fin se esparcía. Pero una de las razones fue porque no habíamos alejado tu y yo Ninfa Princesa. Y me mantenía oculto de tus ojos, cómo tu te mantenías de los míos. Por un tiempo, en medio de un mundo alterado por la exparción del maleficio del viento, que volvía un elemento enemigo de la humanidad el aire.  Te fuiste lejos, al mundo de la nieve. Sentías que era momento de dejarme caminar solo y poner en práctica lo que había aprendido. Y así pasó una larga temporada, sin que yo supiera de ti, ni tu de mí. Al principio logré llegar a creer que podía vivir sin tu mentoría, pero un maleficio llegó a turbar mi mente. Por momentos creí haber hallado un reflejo de mí, un complemento. Pero rápido me di cuenta que no era más que una ilusión. El sortilegio reflejo, que enfrenta tu ser a un reflejo de él, lleno de argucias e inestabilidades que te cuestionan. Juega con el ideal y a la vez te humilla. Para luego desestabilizarte todo. Terminas después de esto sin saber quién eres, ni que quieres. La vida se torna oscura y la ansiedad se vuelve desesperante. Ya no logras identificarte con nada, tus triunfos más grandes te parecen insípidos y estas a merced de la impulsividad de tu ánimo volatil, pues no hay un sólo día que tengas una certeza. Así me encontraste cuando volviste, y a pesar de qué te había extrañado en tu ausencia, al tenerte al frente no podía reconocerte. Era un abismo de pánico. Mis hechizos por fin se esparcian por el mundo, varios conjuros habían funcionado. Y a mi no me importaba, no era consciente de mi poder. Sentía que todo mi ser se había diluído en una líquidez incontenible. Tu usaste tu técnica de siempre, el cariño y la paciencia, iluminabas cada tanto mis ojos intentando que volviera a ver quién era. Poco a poco me fui recobrando. Además de que esto me sirvió para aprender una nueva técnica de concentración de poder, basado en la sabiduría oriental y que va entiqueciendo mi baraja de técnicas de nigromante. Ahora he vuelto. Estamos juntos de nuevo. La serenidad ha regresado a mí espíritu, pero ¿soy el mismo?


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