Sacramentum

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Estaba molesto con ella. Me sentí ofendido por su comentario que me pareció indecoroso. Pero no sabía si decírselo o no. Temía que perdiera ella su confianza y espontaneidad conmigo. Pero tenía una oportunidad y debíamos aprovecharla. La invoqué. Ella diligente respondió. 

Estábamos solos y no pude reprimir mis sentimientos. Le dije todo. Pero su presencia lograba suavizar las cosas. Cuando ella estaba había encanto. La alegría brotaba de manera natural. Así que la confesión, no generó una discusión, sino más bien un desahogo. Y ella con una manera comprensiva y prudente, la sabiduría aprendida de tantas vidas, que era disímil con su presencia de niña. Era su naturaleza de ser mágico. Nada comparado con los seres terrenales.

Introito

Expiada las culpas y los reproches. Sólo queda el sopor de la tarde. Los besos, las caricias. EL juego previo. El misterio trata de conservarse, se juega a la resistencia. A la oposición. Las rojas cortinas se mueven seductoras, evadiendo la mano que las quiera apartar para contemplar el santísimo. No permanecemos en el altar, caemos rodando al atrio. 

Gloria

Es posible alcanzar la Gloria en la tierra? Sí es posible. Esta tiene una extensión llana y blanca, de una textura suave y adictiva. Se recorre palmo a palmo, se besa, se soba. Se transgrede, se profana y luego se invade. Los bárbaros ingresan al altísimo. El lugar resguardado por los ejércitos, hoy está expuesto y se entrega. Lanzas derriban a sus protectores. Caen los muros de Jerusalén. Traspasadas están las murallas de Troya. Descubierto el Nuevo Mundo. 

Los bárbaros temerosos entran al altísimo, han escuchado muchas leyendas sobre las maldiciones que se ciernen sobre quienes osan cruzar ese límite. Pero ahí están no hay vuelta atrás, y a pesar de que son paganos. Temen. Entonces con torpeza y temblando tratan de no profanar nada. Entran tímidos. Y escapan de nuevo despavoridos. 

Epístola

Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses

Hermanos, os han hecho creer con falacias que la carne y el espíritu son distintos. Yo os digo, que son los mismo, por tanto, no hay que idealizar el espíritu, pero tampoco menospreciar la carne. En la búsqueda de la complacencia de la carne, hay que tener en cuenta que también se afecta el espíritu, por eso toda entrega es sublime. Por consiguiente, cada rito de placer, debe ser a la vez un acto terrenal y divino. Con las desavenencias propias de la imperfección y la contingencia. Pero también con las cualidades embriagantes de lo celestial. Pues lo celestial, no es más que la proyección de deseo de que estos instantes tan efímeros se vuelvan inmarcesibles. Por lo mismo tened, por los actos más córporales, el mismo respeto que tendrías con el acto más sagrado que exista. Pues ellos dan vida y no sólo al receptor de sus dones, sino generan nueva vida. Y, no nos podemos volver cómplices de multiplicar el sufrimiento. Por eso refrenad el impulso, no olvides lo propósitos. Recordad que el buen vivir, no se da a quienes sólo viven de impulsos irracionales. 

Evangelio

Evangelio Según San Lázaro

Cuando Jesús volvió de conseguir lo que faltaba, para la ceremonia,  ella bajó a recibirlo al primer piso. Estaban en casa ajena, pero sintieron ese momento, cómo si fuera su hogar y sus castillo. Comieron moderadamente, y se acariciaban con ternura. Cómo si fuesen una pareja de esposos que lleva viviendo mucho tiempo y al mismo tiempo un par de adolescentes enamorados. Él bebió entonces el acelerador del corazón y ella un poco de proteína. Era su cena, no creo que la última. Fue una cena digna de dos ascetas. Dos apóstoles del amor, que en una relajada charla disfrutaban de un instante de descanso. Antes de volver a ascender al monte para la transustanciación y el sacrificio propicio. 

Ofertorio

Luz tenúe, música de fondo, todo está listo en el altar, estamos en él, probando el pan y el vino. Ofrendando las embriagantes uvas de su besos, buscando con las caricias el trigal. Continuando la ceremonia iniciada y pospuesta. Mascamos tabaco para limpiar la sangre, sentimos la tentación de inhalar el humo del incienso, espíritu del fuego. Pero preferimos quedarnos para el sacrificio. Pero suena la campanilla, un acólito despistado, hay que cambiar el protocolo. 

Consagración

La cena fue abundante. Las ofrendas fueron copiosas para mí. En la oscuridad, nuevamente el santísimo estaba cubierto y aguardaba. No podía ser expuesto. Debía esperar su momento, revelarse desde la oscuridad y en silencio. Con sigilo, con misterio. Era su naturaleza furtiva. Aguardamos el momento propicio. Cuando todos nuevamente estuvieran reclinados y volviera a reinar el silencio. Pero el velo estaba cerrado. Había que mantenerlo así, no se pueden revelar estos secretos a los mortales, no lo entendería, no entienden ellos los comportamientos de los dioses. Cerramos el sagrario y aguardamos, pero en medio de la penumbra y lejos de las miradas quienes estaban en el exterior, pero que estaban atentos a nuestros sonidos. Levantamos el corazón hacía la pasión.  

Comunión

Somos uno. Coordinamos sin palabras, al ritmo de nuestros corazones. El cordero se entrega por nuestro bien. Oblación de placer. Ahondamos en el misterio, estamos en él. El santísimo expuesto. El cuerpo y la sangre divinos. Tomas y comed. No hay momento más glorioso. Aquí está pasando algo celestial y nadie puede verlo con sus ojos. 

Ritos finales   

Acción de gracias. Salida sigilosa del templo, afuera la noche lluviosa. Un cántico de agradecimiento y dicha. El cordero sale bien librado. Valió la pena. Podéis iros con el corazón regocijado. 

HOJAS AL VIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora