A ti que me lees

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Te he dejado entrar hasta aquí. Acercarte un poco más a mi parte sensible. Se dice que por esto no es bueno, ya que permites a los otros conocer puntos débiles de ti. Además la honestidad puede ser dañina, más cuando nuestro ser es un devenir de emociones y percepciones contradictorias. Pero si alguna vez decidí desnudarme, a través de este medio y con las palabras.  Lo hice porque no quiero que sientan por mí cariño por un falso simulacro, sino por quién vengo siendo. Hay quienes son buenos vendedores y prefieren mostrar su mejor lado. Pero ocultan a toda costa su oscuridad. Cuando estos son queridos, regularmente no es a ellos a quien se quiere, sino a su falsa fachada. Yo siempre he preferido ser querido por mí mismo, aunque esto implique más posibilidades de perder. Además no hay mejor virtud que la honestidad, el reto y pasión de todo pensador, vivir conforme a la verdad. Aunque esta lo lleve a incomodarse. 

Ahora llega cierto punto en las relaciones humanas en las que suele por los compromisos creados, comenzar a perderse ese impulso de la honestidad. Cuando la información duele, cuando se van creando relaciones causales a partir de hechos pasados.  Entonces se comienza a callar, a vivir una vida paralela ¿Y es mejor tenerla para no lastimar? En estos días de silencio han pasado tantas y tantas cosas: dilemas a enfrentar, triunfos, dudas, incertidumbre, alegrías, goces. Muchos callados, muchos por temor a un ojo que juzgue. A un ojo que pueda sentirse aludido. 

Pero hoy vuelvo a lanzar una hoja al viento, vuelvo a abrir una ventana a mi interior, a compartir mi sendero. Por ti a quién quiero tocar con mis palabras, por ti a quien no quiero mostrar una máscara. A ti que me lees. 

HOJAS AL VIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora