La peste

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¿Se le puede encontrar algo positivo al desorden y al caos provocado por una amenaza hacía el orden rutinario de las cosas? Claro que sí. Cómo toda experiencia traumática trae consigo enseñanzas y un ansía de equilibrio. Además siempre tenemos una pulsión de muerte que explorar. Algunos ignorantes se aferran a la vida y al orden con desesperación torpe. Seguro porque cómo carecen de conciencia sólo responden a su instinto y a la inercia: el reflejo de supervivencia y el apego a la corriente que los lleva.

Ahora la inminencia de la muerte frente a ti, puede llegar a cuestionarte totalmente. Mostrandote quizas de aquello de lo que te estas reprimiendo, aquello que no estás viviendo con intensidad o aquello que has aplazado para un mañana ilusorio. Y llega ese dilema si vivir cómo si no hubiera mañana o seguirte cuidando para las posibilidades futuras. El caos es un estado de excepción donde las reglas se rompen y las situaciones deben leerse con otros lentes.

Igual hay que tener precaución, esto no quiere decir que el agua no vuelva a aquietarse de nuevo y seas juzgado por aquello que te atreviste a hacer en la excepción. Sólo si se tuviera por segura la muerte pronta se podría apostar a acciones más arriesgadas. ¿Y acaso se puede desear la muerte para hacer cosas más osadas? A veces la vida se va tornando desabrida y la muerte parece oler sabrosa. 

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