Capítulo 3. Vecindad

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Despertó justo cuando el conductor anunció que en 20 minutos aproximadamente estarían llegando a la terminal de la CDMX, aferro su mochila a ella mientras pestañeaba varías veces con la intención de despertar rápido, durante ese tiempo antes de llegar aprovecho para estirar un poco las piernas aún sentada ya que ponerse de pie ahora mismo era imposible, algunos pasajeros se habían adelantado a eso para poder bajar sus cosas del compartimiento de arriba y estirar las piernas claramente.

Al llegar espera a que las primeras diez personas bajarán para poder ponerse de pie y tomar su bolso, cuando tuvo la oportunidad movió los pies de manera circular haciendo que sus tobillos sonarán un poco, los músculos de sus piernas estaban algo dormidos pero a medida que daba los pasos volvió todo a la normalidad, descendió del autobús observando entre el montónon de personas que se abrazaban luego de quien sabe cuanto tiempo sin verse, no vio a su tía por ahí pero como no podía quedarse en esa zona camino hacía la entrada de la terminal y ahí la vio por lo visto se le hizo tarde ya que venía con rapidez en su dirección.





- Sobrina! – sonrió – Lamento llegar hasta horita, es que me toco un tráfico horrible! – abre los brazos

- No te preocupes tía – corresponde devolviendole la sonrisa – Ya estás aquí que es lo importante

- Oye! Que orgullo eh! La primera en ir a la universidad – la suelta para poder ver su rostro – Y eres tan bonita

- Gracias, la parada de autobuses está muy lejos? Es que la bolsa pesa – se queja un poco 

- Conseguí que un vecino de la vecindad – la ayuda con la bolsa – Me trajera, ahorita está esperándonos aquí bien cerquita, supuse que no ibas a traerte muchas cosas pero pues es más seguro así – le indica el camino – Además de cómodo

- Tía no era necesario pedirle ayuda a tu vecino – ríe negando – De verdad no me molesta ir en autobús, aprovecho para aprender no?

- Tendrás bastante tiempo para eso sobrina pero hoy me aceptaras el viaje en coche – sentencia con cierta animación





Se trataba de un señor ya algo pasadito en edad pero que era muy amable, ambos le hicieron conversación durante el camino a la vecindad e incluso le enseñaron más o menos que autobuses le servirían en su día a día, lo que agradeció mucho era una preocupación menos en su cabeza, al llegar le dicen más o menos que es lo que tenía a la mano, muchas tienditas, había un mercadito al que iría con frecuencia para almorzar probablemente, el super estaba algo lejos pero no demasiado por suerte las tienditas estaban más cerca.

Una vez dentro de la vecindad se encontró con todos los inquilinos, habían adquirido nuevas plantas que ahora trataban de acomodar, aprovecharon para darle la bienvenida ofreciéndose en ayudarla con lo que necesitara, luego de que algunos le hicieran unas cuantas preguntas de porqué decidió mudarse para acá si pudo ir a hasta al extranjero, esa pregunta decidió no responder ya que su tía se metió diciendo que deberían dejarla acomodarse al menos, ahí todos concordaron pues la pobre muchacha venía con todas sus cosas encima.





- Que no te sorprenda esto sobrina – murmura abriendo la puerta del departamento – La gente de aquí es muy entrometida pero al menos son buenas personas

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