Capítulo 58. Nervios

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Durante la noche previa a la inauguración se la paso tratando de estar cómoda en la cama claro que no lo estaba consiguiendo, ya había empujado a José Luís varías veces para tener más espacio o para que se acomodara de una vez y así usarlo de almohada, cansada bajo las escaleras yendo hasta el gimnasio para tomar una de las pelotas de pilates, regreso a su cuarto y se recostó sobre ella, solía hacerlo con la ayuda de su instructora pero ahora pudo lograr hacerlo sola, necesitaba que su espalda estuviera bien estirada por un rato al menos.

De un momento a otro se sintió realmente cómoda en especial porque mantenía ambas piernas separadas, esa estúpida presión la estaba volviendo loca desde que la niña sin nombre había bajado por completo, poco minutos en aquella posición bastaron para que el sueño comenzará a llegar aunque tampoco podía dormirse así, una vez el cuerpo se le relajará fácilmente terminaría en el piso. José Luís despertó al notar que en la cama había tanta calma, eso le pareció demasiado raro haciendo que prácticamente saliera de un salto, comenzó a buscar a su esposa aún con la visión algo borrosa pero aún así la pudo notar en un rincón del cuarto.








- Qué estás haciendo? Vida – talla sus ojos

- Poniendo en su lugar mi espalda – murmura adormilada

- Ya – toma asiento en el sofá para estar frente a ella – Y cuando tu espalda se ponga en su lugar... cómo le harás para levantarte?

- No pensé en eso – abre los ojos

- Bueno – sonríe – En ese caso, que bueno haber despertado, no crees?

- Ujum, en especial porque aunque te grite, no vas a escuchar – toma aire

- Claro que si vida – se estira para tomar su mano – Tengo el sueño más ligero, todo el tiempo estoy pendiente de si estás bien

- Luís te movi un montón de veces – ríe negando – Ni tan ligero el sueño, eh!

- Bueno pero es un poco más ligero, no? – la mira

- Puede ser – asiente – Podrías acercarte más? Así acuesto la cabeza en tus piernas y la sangre no va toda a mi cerebro – levanta la cabeza

- Claro que si – ríe ayudándola acomodarse – Y esto de la pelota, funciona?

- Dormiría así de no ser porque puedo irme de lado – deja las manos sobre su vientre – Ella saldría lastimada probablemente y el parto sería inminente, no puede pasar, al menos mañana no

- Bueno la obstetra vino a checarte hoy, dijo que no había indicios de que estuvieras dilatando – acaricia su cabello

- Eso fue en la mañana, ahora no sabemos como está la situación allá abajo – suspira – Realmente necesito que se quede dentro un día más, después no tengo problema con que quiera salir, la ayudo incluso

- Ya la quiero afuera también – ríe

- Bueno pero tú la quieres para consentirla, yo quiero y necesito descansar mi espalda – se remueve – Diría dormir pero eso no va a pasar

- Puedes dormir, yo la voy a cuidar – asegura

- Más vale que la cuides – hace una mueca – Me ayudas a levantarme?

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