-Abi necesito que hablemos un momento.- Suspendo el trabajo que estoy haciendo y me dispongo a escucharlo, su cara refleja mucha seriedad y ya comienza a preocuparme.
-¿De qué se trata?
-Quiero que sepas que desde que Mónica se fue contraté a unos investigadores privados para que la buscaran, le siguieron el rastro y tal parece que la han visto en España.
-¡Esa es una estupenda noticia! Podrás conocer a tu hijo por fin.- Me levanto de la silla, dejo todo en la mesa y me acerco a él para darle un abrazo el cual termina casi de inmediato al no sentir en él la felicidad que esperaba. -Todo este tiempo has deseado encontrarlo, ¿Por qué no estás feliz?
-Si estoy emocionado por verlo no me malinterpretes, solo que aún debo ver cuál será la reacción de Mónica, no sé qué hará ella al respecto, si me permite estar con él o se vuelve a desaparecer, sabes que tiene los medios para hacerlo.
›Además mi felicidad nunca es completa, debo viajar a España para no darle oportunidad a ella de negarse o irse, no sé cuántos días estaré allá tan lejos de ti y siendo sincero me da miedo dejarte sola Abigail.- Ouch, sus desconfiadas palabras si que dolieron, pero no lo juzgo. -¿Crees que no me he dado cuenta de que tu apetito sexual ha aumentado en estos días? ¿Qué va a pasar si no estoy para calmar un poco esas ganas?
»No quiero perderte Abigail, tú haces que hasta la rutina más aburrida en mi vida sea especial, creo que enloqueceré si despierto un día y no puedo besar esos ricos labios, si no puedo refugiarme en tu espalda durante la noche cuando te abrazo y pego tu cuerpo al mío, si ya no escucho tu risa o tus gemidos, yo te amo abigail.- Dice mientras una lágrima escapa y se desliza por su mejilla. -Tal vez tú no sientes lo mismo pero yo sí y... Me da miedo que tú adicción se descontrole otra vez y acabe con lo nuestro, no soportaría verte en brazos de otros.
Lo vuelvo a abrazar para tratar de confortarlo aunque en el fondo sé que él tiene razón y yo también lucho a diario contra ese miedo, nos mantenemos así un momento hasta que él interrumpe el abrazo, va hacia la habitación y regresa con una bolsa de regalo en las manos.
-Ten, quiero que lo uses cuando yo no esté.- Me entrega la bolsa y puedo ver un gran consolador de un color rosa pálido en su interior, río al ver el ¿Cómo le podré llamar? ¿Detalle? Que me dio pero él continúa muy serio. -Allí están las indicaciones de cómo usarlo aunque no creo que eso sea necesario.
-Solo tengo una duda señor Vásquez...- Digo con dificultad ya que una carcajada está por escaparse. -¿Qué cara puso la persona que lo atendió cuando le dijo que quería comprar un consolador?- Aarón tuerce los ojos y yo suelto la tan liberadora carcajada. -Si hubiese sido yo la vendedora te habría dicho, ¿Señor usted tiene la puerta trasera tan grande como para meterse todo eso?- Le digo y continúo riendo como loca a lo que él también comienza a reír, pues si no puedes con el enemigo únetele.
Al ver que no paro de reír, se agacha frente a mí y en un movimiento rápido me levanta del suelo colocando mi abdomen en uno de sus hombros, tanto mi cabeza como mis brazos quedan en su espalda así que aprovecho para darle un par de nalgadas, suenan exquisitas ya que solo el bóxer separa su piel de la mía, ignora mis golpes y camina en dirección a la habitación.
Al llegar me lanza a la cama cayendo acostada boca arriba, me acomoda, toma mis manos y las ata a la cabecera de la cama con una corbata suya, quita mi short junto con mi ropa interior, abre mis piernas y comienza a lamer mi entrepierna, yo me estremezco al sentir su lengua húmeda, se detiene de repente, analiza mi expresión y me mira con cara divertida, como niño juguetón y malvado planeando su próxima travesura.
-¿Será que te reirás igual que hace un momento si me voy ahora y te dejo así?- Mi cara se torna seria ante su comentario.
-Ni se te ocurra dejarme...- Mi amenaza se ve interrumpida por su rostro en mi entrepierna nuevamente, cuando estoy por ver las estrellas se detiene e introduce su pene totalmente erecto en mi vagina pero no lo mueve, se acuesta sobre mí dejando el peso de su cuerpo sobre su codo izquierdo el cual está a un lado de mi cuerpo, con su mano libre levanta mi blusa y comienza a chupar mis senos, luego baja esa misma mano y con su pulgar masajea mi clítoris de forma circular, terminando el trabajo que inició con su lengua, los espasmos de mi vagina provocados por el orgasmo hacen que su pene se ponga más duro de lo que ya estaba, se levanta colocándose de rodillas, me sujeta de la cintura y me penetra sin control hasta venirse, me da un último beso y cae acostado a mi lado tratando de normalizar su respiración.
Ambos miramos hacia el techo, yo pensando en lo que hablamos hace un rato y supongo que él está pensando en lo mismo, al cabo de un rato se levanta, suelta mis manos de su atadura y me lleva al baño para darnos una ducha juntos, en lo que resta del día cenamos, vemos una película y nos dormimos profundamente.
A la mañana siguiente Aarón alista una maleta, se despide de mí con mucho, mucho sexo y se va rumbo a España, no sé porqué se sintió como un adiós y no un hasta luego.
Es sábado, no tengo clase y el aburrimiento me consume, Sara está trabajando y yo no tengo a quién más acudir, así que resuelvo adelantar la visita al cementerio para hoy, mañana veré si Sara está disponible.
Me doy un baño rápido, me visto con un jean negro, una blusa blanca de mangas cortas y cuello en V, con unas baletas color negro también, de accesorios tengo unos aretes pequeños plateados y un reloj sencillo, la simplicidad siempre me ha caracterizado finalmente peino un poco mi cabello pero lo dejo suelto, solicito un taxi y bajo para esperarlo en la recepción del edificio, en cuanto llega subo y no tardo mucho tiempo ya que el trayecto al cementerio no es tan largo.
Al llegar, antes de entrar compro un hermoso ramo de rosas blancas, esas eran las favoritas de mi madre, decía que ese color le transmitía paz y pureza y que le gustaban ese tipo de flores porque al compararlas con los humanos veía sus espinas como esas defensas, esas barreras protectoras que utilizamos para protegernos.
Ingreso al cementerio y camino hacia su tumba, veo como familias numerosas entierran a sus seres queridos y lloran su pérdida, mi madre en su último adiós solo me tuvo a mí de familiar y ya no era capaz de derramar otra lágrima, de tantas que había derramado.
Cuando encuentro la tumba, me agacho frente a esta y limpio el polvo que está sobre su lápida, retiro las flores marchitas y las reemplazo por las que recién compré, este lugar ya no me causa dolor, me da nostalgia que mi madre esté bajo toda esta tierra sí, pero siento mucha paz al estar aquí, siento que de alguna forma ella se siente satisfecha porque vengo a visitar donde reposan sus restos y de alguna forma siento una conexión con ella en este lugar.
Al salir decido que me regresaré al apartamento, la familia de Aarón me detesta más que el solo echo de pensar en ser pobres por lo que por allá no me puedo aparecer.
De regreso decido caminar, de repente se me antoja lasagna para almorzar, hace rato no hago una pero aún recuerdo la receta, son las diez de la mañana así que aprovecho que tengo todo el día y paso por la tienda para comprar los ingredientes que me hacen falta, pero antes de entrar a una de las tiendas de la zona me impresiono al ver a un sujeto muy parecido a Fabián, de echo podría jurar que era él, camino en la dirección en que se trasladaba el hombre pero ya no lo veo, tal vez fue mi mente jugándome una broma pesada.
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ADICTA [+18]
RandomHistoria con alto contenido sexual, apta para mayores de edad. La vida de Abigail cambia cuando conoce uno de los placeres de la vida: EL SEXO, no le importaba con quién, dónde o las circunstancias, sólo le importaba satisfacer sus necesidades, veía...