CAPÍTULO 34

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-¿Entonces la idea de casarte sigue en pie? Mírame Fabián, mírame.- Le digo con los dientes apretados, reprimiendo las lágrimas. -Dime que lo que pasó esta mañana no significó nada para ti... ¡Dame la cara maldita sea!- Le digo con dificultad ya que el dolor se apodera de mi garganta y me dificulta hablar.

-Abi... Gracias a Dios llegaste, me estoy volviendo loca, necesito tu ayuda... ¿Sucede algo? ¿Interrumpo?

-No pasa nada Sara, Abigail y yo ya terminamos de hablar.

-Te equivocas, tenemos mucho de qué hablar todavía y será ahora, Sara danos un momento por favor.- Sara se aleja perpleja y nos deja en la sala de su casa para que conversemos.

-¿Qué mentira me dirás ahora Abigail? ¡¿Con qué mierda piensas engañarme?!

-¿De qué carajos hablas? Quién me tiene que dar una explicación eres tú. Esta mañana estuvimos juntos, fue un momento maravilloso, luego te fuiste como alma que lleva el diablo y ahora te encuentro como si nada continuando con tus planes de boda, lo que pasó entre nosotros entonces ¿Qué fue? ¿Venganza? por lo que sucedió hace unos años.

-¿Qué? ¿De verdad me crees capaz? ¿Crees que voy a botar a la basura todo lo que he construido hasta ahora por una venganza?

-Entonces dime ¿Qué pasa?

-Mejor explícame quién es el rubio que estuvo en tu casa hoy después de que me fui...- Mantiene la mandíbula apretada y las venas de su cuello se resaltan por la ira. -¿Sabes qué? Mejor no me expliques nada, es evidente que no has cambiado, no esperaste ni siquiera a que la sensación de mis besos y mi toque desaparecieran de tu piel para sentir a otro.

-Las cosas no son así Fabián.- Las lágrimas se acumulan en mis ojos amenazando con salir. -Sergio es solo un amigo, no tengo nada con él, estoy haciendo lo posible por ser mejor, te quiero de verdad y quiero estar contigo.

-Lo siento pero es difícil creerte, después de irme esta mañana di vueltas pensando en lo sucedido y había decidido dejar todo, decidí que me daría una oportunidad contigo porque definitivamente lo que siento por ti es más fuerte hasta que yo mismo, volví a tu casa y mi sorpresa no pudo ser más dolorosa, vi salir a ese sujeto y luego te vi a ti sonriendo y acariciando tus labios, ¡¿Me vas a seguir negando que pasó algo entre ustedes?!

-Él me besó sí, pero no pasó nada, te juro que no pasó nada Fabián. Esta vez quiero hacer las cosas bien, me estoy esforzando por lo que quiero y eso es estar contigo, he controlado mis impulsos, me he aguantado las ganas, he reprimido los malos pensamientos, estoy tratando de ser mejor por mí y por ti.- Las lágrimas comienzan a deslizarse por mis mejillas.

-Supongamos que te creo, ahora dime ¿Qué va a pasar después? ¿Podrás pasar toda tu vida reprimiendo ese deseo insaciable tuyo? De verdad... ¿Crees que yo puedo ser suficiente para ti?

-Yo no soy vidente para predecir el puto futuro, solo puedo hablarte del ahora y te digo lo que estoy sintiendo y haciendo, si eso no es suficiente no puedo hacer nada más, no puedo devolver el tiempo para enmendar mis errores, tampoco puedo agitar una varita mágica para dejar de ser quién soy.

-Yo sé que no, pero han pasado tantas cosas que no sé si sea lo suficientemente fuerte como para cerrar los ojos y seguir adelante contigo.

-Estoy tan cansada Fabián, cansada de que todos me juzguen, cansada de que me señalen y que todos se crean superiores a mí, nadie sabe la lucha inmensa que tengo conmigo misma a diario, las veces que me he cuestionado y deseado no existir por no ser como los demás, resulta que si reprimo lo que siento soy tan infeliz y si lo saco a la luz también.- Doy un gran suspiro y seco mis lágrimas.

Pero ya no tendrás de qué preocuparte, ya entendí, tal vez un poco tarde pero... Ya entendí que aquí no es dónde debo estar, este no es mi lugar para ser feliz, quise luchar por ti pero no me había dado cuenta de que esa guerra ya estaba perdida, hace años la perdí y no por ti sino por mi actuar.

»No puedo seguir comiendo de tus migajas, ni de las de ninguna otra persona.- Fabián dirige su mirada hacia mí y puedo ver el dolor albergado en sus ojos.

-Yo sé que para ti no ha sido fácil, pero entiende que para mí tampoco lo ha sido... Yo quiero estar contigo Abigail pero ya una vez heriste mi corazón y fue difícil reponerme, no quiero pasar por algo parecido de nuevo y tener que irme vuelto mierda.

-¿Entonces... Es la despedida?- Le digo seria y con la frente en alto.

-Creo que será lo mejor para los dos.

-Está bien, si me permites darte un consejo...- Fabián asiente con la cabeza. -No bases tu matrimonio en una mentira, si lo que sientes por ella no es tan fuerte no te cases, los dos van a ser infelices, no debes sentirte presionado porque ella quiera casarse, ambos deben sentirse listos, además hubo traición de tu parte, yo no le pienso decir nada, pero creo que tú deberías ser sincero con ella, si por cosas de la vida se llega a enterar después, va a ser aún más doloroso.

-Sí, tienes razón en lo que dices, pero quiero saber ¿De qué va todo esto?

-No te digo que no te cases para poder estar contigo, es solo que si no quieres estar conmigo porque temes salir herido y ser infeliz, ¿Por qué casarte con alguien que no amas corriendo el riesgo de ser infeliz también?- Fabián pasa las manos por su cara en un intento de sacar la frustración que guarda.

-Creo que me voy a volver loco y tú serás la responsable- Por primera vez en todo el rato sonreímos, una sonrisa sincera aunque cargada de amargura.

-¿Sería mucho pedir que me concedas un beso como despedida?

-Claro que no.

Ambos nos acercamos al otro y unimos nuestros cuerpos como si fuesen uno solo, Fabián me mira y puedo notar que sus ojos están enrojecidos, tal vez por contener las lágrimas, toma mi rostro en sus manos y yo envuelvo su cuerpo en mis brazos, me acaricia las mejillas y tanta ternura provoca que las lágrimas vuelvan a aparecer de parte mía, Fabián las retira con sus pulgares con extrema delicadeza y acerca su boca a la mía.

Sus labios suaves, tibios y húmedos me transportan al cielo, el beso es lento y cargado de todo el amor y el deseo que albergamos por el otro, más que una despedida, el beso es la entrega de nuestras almas, con el roce de nuestras lenguas le decimos al otro sin palabras lo que sentimos.

Nos aferramos al otro como si de eso dependieran nuestras vidas, cuando el beso acelera su ritmo y nuestras respiraciones comienzan a agitarse Fabián lo finaliza y posa su frente en la mía, yo continúo con los ojos cerrados rogando al cielo para que el momento sea eterno.

Vuelvo a sentir sus labios con tal fiereza que debo sujetarme a él para no desmayarme, me levanta del suelo y aferro mis piernas a su cadera, camina conmigo encima y me deposita en una de los sofás de la sala, retira mi pantalón y mi ropa interior, saca a mi amigo grandulín, se acomoda encima de mí y lo introduce en mi vagina, volvemos a besarnos con tantas ganas que parece que nuestros labios se van a deshacer, esta vez Fabián termina rápido aunque se haya sentido eterno.

Nos levantamos del sofá, yo vuelvo a vestirme mientras Fabián le da un ligero acomodo a su ropa, nos damos otro beso y yo salgo de la casa de Sara con el corazón acelerado y hecho añicos.

ADICTA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora