CAPÍTULO 30

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Ayer fue un día tanto decisivo como catastrófico para mí, Aarón salió temprano a trabajar como de costumbre, su aroma era exquisito y su vestuario impecable, desde que tuve el placer de verlo por primera vez ha sido así, lo único distinto fue su indiferencia, no me determinó, no me habló ni se despidió de mí.

Quise abalanzarme a sus brazos y comerlo a besos pero sabía que él no me lo iba a permitir, mientras se marchaba veía como se me escapaba el amor y los momentos de felicidad y placer que viví con él, los cuales sin duda voy a extrañar.

En cuanto Aarón se fue entré a la habitación a hacer mis maletas, mientras recogía mis cosas las lágrimas me mojaban el rostro y pensaba en dónde me quedaría a partir de ese momento, no quería importunar a la familia de Sara nuevamente por consecuencia de mis malas decisiones.

Opté por la única opción que tenía y que no quería utilizar, decidí volver a la casa donde nací, crecí y conviví con mi madre, al entrar a aquella casa y ver que estaba todo exactamente en el mismo lugar se intensificó mi llanto, los muebles estaban cubiertos con plástico para evitar que el polvo se impregnara en ellos, otra cosa que debo agradecer a Sara y a su familia.

En el suelo justo al entrar habían muchas facturas de servicios públicos los cuales suspendieron debido a la falta de pago, además de otros documentos a nombre de mi madre, recogí todo, lo guardé en mi bolso de mano y salí a las oficinas correspondientes para pagar el saldo en mora de las facturas, después de largas filas y toda la mañana perdida logré poner todo al día y me dirigí nuevamente a casa.

Me tomé el tiempo para recorrer la casa como si fuese la primera vez, pero es como si nunca me hubiese ido de aquel lugar, nada cambió en su interior, me detuve al llegar a la puerta de la habitación de mi madre, no me sentí preparada para enfrentar esa parte de mi pasado, por lo que decidí dejarla tal cual como estaba, cerrada.

Llegaron a reconectar todos los servicios y aproveché para enchufar los electrodomésticos y verificar su estado, por suerte todo encendió, dediqué la tarde a limpiar, el estar ocupada mantenía mi mente despejada, aunque por momentos recordaba mis más grandes embarradas, recordaba mis inicios con Aarón y que por querer estar con él me alejé de mi madre en sus últimos días, también que por mi condición dañé a Javier, luego a Fabián y ahora a Aarón.

Comprendí de una vez por todas que los medicamentos, las terapias, los doctores y menos el acostarme con cuánto tipo se me atraviese van a mejorar mi salud mental y mi vida, eso solo lo puedo hacer yo y es lo que haré de ahora en adelante.

Ese pensamiento se comenzó a generar en mi cabeza desde que ví a Aarón destrozado, sufriendo por causa mía, yo no soy insensible, de verdad no quería lastimarlo, me contuve hasta dónde más pude pero al final sucumbí ante el deseo, mi corazón se hizo añicos junto al de él y no estar a su lado me hace sentir más sola y vacía que nunca.

Cansada, sucia, hambrienta y con el corazón arrugado finalmente terminé de limpiar la casa, era de noche, cambié las sábanas de mi cama y caí rendida ante los brazos de Morfeo, más por agotamiento mental y emocional que por el físico.

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Hoy desperté muy temprano como cuando vivía con Aarón, lloré al recordarlo y más porque probablemente no lo volveré a tener junto a mí, comprobé aquel dicho que dice que Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, los días a su lado eran increíbles, él siempre me hacía reír, me apoyaba incondicionalmente, me decía que era la luz de sus ojos, me encanta su forma de demostrar amor, sus detalles, sus besos y en la cama es magnífico, su pene hacía maravillas en mí... ¡Por Dios! ¿Qué estoy pensando...? Por eso estoy como estoy, ¡Puta vida!.

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