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MEW

Regresé a mi parte del apartamento e hice algunas llamadas. Si lo que decía Gulf era cierto, íbamos a tener mucho más cuidado con la pequeña de los hermanos Kanawut.

Robert comprendió toda la situación cuando se la expliqué. Sabía que la pequeña estaría a salvo si Robert la custodiaba.

Este maldito día parecía no tener fin. Sólo llevaba unas pocas horas en aquel trabajo y ya me sentía asfixiado. Si no hubiera sido por mi jefe, yo nunca habría aceptado cuidar a Gulf Kanawut, pero me convocaron para el trabajo y no había nada que pudiera hacer al respecto.

Ser niñero de un crío millonario no entraba en mis prioridades. Después de todos aquellos logros, aquellos honores que se me habían otorgado por mis habilidades físicas, esto no se le comparaba en nada.

Pero sí ocuparía el trabajo mental, tanto, que ni todas las pruebas de inteligencia del ejército estadounidense podían llegar a compararse.

Trabajar para Gilbert Kanawut estaba siendo más difícil de lo que nunca creí imaginar.

Sin darme cuenta, me quedé observando el monitor de mi laptop, que me mostraba lo que se veía a través de la cámara que había colocado en el salón del apartamento. Gulf estaba recostado contra él en el sofá, mientras que él le acariciaba la espalda y dejaba pequeños besos en su frente. Hasta que los ojos de Gulf se cerraron.

Nadie me avisó de un posible novio; debí haberlo sabido. O supuesto al menos.

Me fijé en sus pequeños mechones de cabello que caían sobre su sien y en el color de estos que se perdían entre el color del sofá. Era precioso. Tanto, que dolía mirarlo. Era obvio que tenía que tener novio.

Yo nunca he mostrado interés por los hombres así de llamativos, pero no mirar a Gulf resultaba imposible; incluso para alguien con el control que yo tengo.

Mi relación con Jerry había sido todo menos sana, y eso que no se le acercaba ni un milímetro al aspecto de ese chico. Era perfectamente comprensible que su padre lo hubiese tenido metido en una jaula.

Gulf no era consciente del peligro que encarnaba.

Me levanté de mi sofá y fui hasta una mini-nevera que había puesto ahí para mí. Saqué una cerveza y me la llevé a los labios.

Volví a estar frente a la computadora y chequé el resto de las habitaciones. El único lugar donde no había puesto cámaras era en su habitación y en su cuarto de baño, lo que me preocupaba porque aquel baño tenía una ventana en la que resultaba bastante fácil entrar o salir.

Gulf no sabía de la existencia de las cámaras y mi instinto me recomendó no informarle por el momento. Algo me decía que tarde o temprano me terminaría beneficiando de su ignorancia.

Llevé mi mano izquierda hasta mi costado, justo entre las costillas quinta y sexta. La herida se había infectado. Debió haberse curado hace semanas.

Volví a la cámara que enfocaba al salón y me pregunté, viéndolo allí tumbado, dormido entre los brazos de ese sujeto, si sería consciente del peligro que corría.

Como si fuera posible. [MewGulf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora