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Convencía a Mew de quedarnos un rato más luego de la hora, pero cuando los dientes me empezaron a castañear, me obligó a volver hasta donde estaba el auto. Entonces lo vi...

Un pequeño perrito en la acera, su pelaje estaba cubierto de nieve y escarcha.

-Mew. -dije tirando de su chaqueta para que se detuviera.

Mew siguió mi mirada.

-Gulf, no.

Lo ignoré y me acerqué a él con cuidado. Temblaba.

-Hola amiguito. -tenía los ojos tristes.

-Gulf. -Mew se me acercó. -¿Ves ese pelo? Es como si tuvieran un abrigo.

-No podemos dejarlo aquí. -comencé a acariciar su cabecita y su cola se empezó a mover. -¡Pobrecito!

Mew maldijo y cuando yo me paré, el perro me imitó.

-Por favor, Mew. Dijiste que no podía meter vagabundos extraños al departamento, pero es un perrito. ¡Nos necesita!

Mew gruñó y siguió su camino hacia el carro.

Lo tomaré como un sí.

Me monté atrás del auto junto con el perro, mientras lo acariciaba, él me lamía la mano.

-No dejes que te chupe, puede tener una enfermedad. -me regañó, de nuevo lo ignoré.

Era precioso, pelaje castaño oscuro con manchitas grises. Estaba muy delgado.

Cuando llegamos al edificio, el conserje miró con asco al perro, pero yo pasé presumiéndolo en todo su esplendor.

Sentí aquel alivio al llegar a aquel departamento calientito. Mi padre podía ser un cabrón, pero siempre nos dio todo a mi hermana y a mí.

El perro entró como si el apartamento fuera suyo. Lo observé con una sonrisa. Lo olfateó todo. Al final, terminó echado sobre la alfombra.

-Tenemos que ponerle un nombre. -dije acercándome al perro, Mew ni me prestaba atención. -¿Que te parece Chopper?

-¿Por qué?

Me encogí de hombros.

-Es el primer nombre que se me vino a la mente.

Mew se acercó a nosotros y evaluó al perro con la mirada seria. Chopper se puso de pie alegremente.

-Es un poco feo.

-¡No es feo! -le grité. -Es diferente.

Chopper ladró dándome la razón. Mew rio por primera vez en aquel día.

Yo miré al perro con ternura.

-¿Quieres que te dé un baño mientras el tío Mew te prepara algo de comer?

-El tío Mew se va a la cama.

Me dio la espalda y comenzó a caminar en dirección a su pasillo.

-Venga, Mew. ¿De verdad me vas a dejar solo en la cocina?

Se detuvo como si lo hubiera pensado mejor.

-Está bien, le prepararé una pechuga de pollo y me largo.

Sonreí mientras llevaba a Chopper a darse un baño.

-Yo también quiero una. -dije antes de desaparecer.

No era muy higiénico bañar al perro en mi bañera, pero justo ahora no tenía opción. Así que lo bañé con agua calientita, controlada obviamente.

Como si fuera posible. [MewGulf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora