18

1.7K 257 15
                                    

Aquella mañana desperté bastante temprano si tomamos en cuenta que no pude dormir hasta después de las tres de la madrugada por lo culpable que me sentía. Bright me había mandado una foto de su ojo morado.

Cuando me levanté no vi al capullo de mi guardaespaldas ni a sus desayunos por ningún lado.
Así que me dispuse a servirme cereal.

Luego de un rato comiendo, noté que el apartamento estaba demasiado silencioso. Por lo general Mew se la pasaba escuchando música, escuchaba sus movimientos o cualquier señal de que estaba allí.

Dejando de lado mi plato, caminé hasta su pasillo. ¿Seguiría dormido? Llamé a su puerta pero no respondió. Dudé si esperar a que diera señales de vida o entrar. Mi mente curiosa ganó. Abrí la puerta, estaba todo oscuro, cortinas abajo, la cama estaba hecha... No habían señales de él.

¿Se habría largado, harto de aguantarme?

Me dirigí entonces a mi estudio de baile. Todo estaba a oscuras. Comencé a tantear para encontrar el interruptor de luz.

Entonces, una mano me rodeó desde atrás, cubriendo mis labios. Mi corazón se aceleró de golpe. Básicamente empecé a temblar, consciente de que habían conseguido entrar en la casa, de que seguro habían matado a Mew y ahora me matarían a mí.

-Tiemblas como una hoja y ni siquiera has puesto un poquito de resistencia, elefante. -susurró contra mi oído. -¿Te pareció divertido lo que hiciste ayer?

Mierda.

-Mew, suéltame. -intenté decir contra su mano que seguía tapándome los labios. Pude sentir un poco de calma al saber que no era ningún asesino que venía por mí, pero joder, era Mew molesto.

-Contesta. -dijo apretándome con más fuerza. -¿Te divertiste mientras yo me volvía loco, temiendo por tu vida?

Me estremecí.

-Lo siento. -susurré contra su palma.

Me hizo girar para estar frente a él, sujetó mis manos sobre mi cabeza y me inmovilizó con su cuerpo.

-Ya no harás más tonterías, Gulf, o juro por Dios que te haré la vida imposible, ¿Entendido?

Tragué saliva.
Su mano derecha sostuvo mis manos y con la libre agarró mi barbilla.

-Contéstame.

-Entendido. -dije con sus labios tan cerca de los míos. -Pero ahora escúchame tú: no vas a volver a tocar a mis amigos.

Mew sonrió desafiante.

-¿O qué, elefante?

-Deja de llamarme así.

Se rió.

-Te falta un largo camino para que tú puedas tocarme un pelo a mí.

-Y yo te informo que puedes acorralarme contra la pared todo lo que quieras.

Sus ojos brillaron molestos y sus dedos apretaron con más fuerza mis muñecas.

-¿Quieres que te cuente un secreto? -dije sin apartar los ojos de él.

-No.

-Lo que pasó en el baño... volverá a ocurrir, y más pronto de lo que crees.

-Me dieron medallas de autocontrol en el ejército, Gulf.

-¿También te dieron medallas por ser tan gilipolla?

Sonrió, inmune a mis intentos de sacarlo de quicio.

-No quiero volver a escuchar sobre ese tema, Gulf.

-¿El tema de que me comiste la boca o el de que eres un idiota? -me miró furioso. -Ahora, si no te importa, ¿Podrías soltarme? Tengo cosas que hacer.

Como si fuera posible. [MewGulf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora