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Me duché y le dije a Ana que no quería bajar a cenar. No quería ver a nadie y menos a Mew que me había dado un calentón que nada lo bajaba.

Necesitaba aire fresco.

Así que pasada las doce, me subí en mi ventana y bajé apoyado de los barrotes de la ventana de abajo, que había usado de escalera toda mi vida.

Fui hasta el establo. Todo estaba vacío, sólo se escuchaba el rechinar de algunos caballos y el viento.

Golden abrió los ojos al sentirme llegar.

-Hola bonito, ¿Quieres dar un paseo bajo la luna?

Tomé una silla y se la coloqué encima. Entonces sentí la presencia de alguien a mis espaldas, me asusté y giré por instinto.

Mew me miraba desde la puerta del establo.

-¿Qué quieres, Mew? -le pregunté dándole la espalda. -No entiendo. –dije serio, ¿Cómo sabía que estaba aquí?

Entró y su sombra se reflejó en la penumbra.

-Creí que no volverías a bajar por la ventana a mitad de la noche...

-¿Estabas espiándome?

Se acercó a acariciar a Golden.

-No te espío, te cuido.

Iba a subirme al caballo, pero me detuvo.

-No vas a salir a cabalgar a estas horas.

-Estoy en casa, aquí no corro ningún peligro.

-Es peligroso en todas partes.

Lo miré serio.

-¿Cómo supiste que salía?

Mew dudó.

-Cámaras, de la parte de afuera de tu casa. He visto cómo bajabas y casi te caes...

¡Lo que me faltaba!

Apreté los labios con fuerza.

-Eres increíble. Esta vez casi logro subirme al caballo, Mew fue más rápido y me tomó de la cintura y me bajó de nuevo, acorralándome entre el caballo y él.

-No vas a ir. -dijo cerca de mis labios.

-Déjame en paz.

-Mañana te acompañaré a donde quieras, pero ahora vete a tu habitación.

Sentí nuestros pechos rosarse.

-No tengo sueño. Mi mente está llena de fantasías, tú y yo desnudos en un gimnasio...

Mew se alejó de mí. Levantó el brazo señalando la casa. Me molestaba cómo después de una situación así, actuábamos como si nada, evitábamos hablar del tema, negábamos la atracción que había entre ambos.

-¿Tienes miedo de que mi padre se entere? -pregunté molesto.

-¡Joder, Gulf! -gritó tan fuerte que me sobresaltó. -Esto será un juego para ti, pero a mí me costará mi trabajo, maldita sea.

Me dolía más de lo que quería aceptar que no fuera su prioridad.

Un relámpago sonó y asustó a los caballos.

-¿Quieres dar tu maldito paseo en la madrugada y bajo la tormenta? Muy bien, hazlo. -lo dijo como si eso me detuviera.

Fue así, que fugazmente me subí en el caballo, él se apresuró a sacar el caballo de mi padre.

-¿Qué haces?

-Ir contigo.

Le lancé una mirada envenenada y salí apresurado de allí.

Como si fuera posible. [MewGulf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora