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MEW

Se avecinaba una tormenta, literalmente.

Estaba apoyado contra la encimera esperando a Gulf para llevarlo a la universidad. Ya había pasado una semana desde que volvimos de aquel infierno que él llama hogar.

De lo poco que puedo decir de ese viaje, es que nunca pensé que yo terminaría intimando de esa forma con Gulf en aquel viejo granero.

Intentaba todo los días comportarme como si aquello no hubiera pasado. Intentaba mantener mis manos y cuerpo lejos de él, pero cada vez me resultaba más difícil. Cada maldito día que pasaba y veía al imbécil de Kozel que seguía acosándolo con flores, temía que mi antiguo yo volviese a salir a la luz.

Finalmente, Gulf salió de su habitación. Radiante como siempre. Yo no podía evitar pensar que en otra realidad, Gulf Kanawut era sólo mío y de nadie más. Me sonrió, llevaba puesta una camisa demasiada ceñida a su cintura. Cada vez mis ganas de besarlo aumentaban a cada segundo, eso subía mi temperamento y luego él pagaba las consecuencias.

-Va a llover, Gulf. -dije mirando su atuendo.

-¿Ahora eres el hombre del tiempo? -respondió sonriente como siempre.

-Soy el hombre que no se va de aquí hasta que te pongas un abrigo encima. -aseguré sacando mi teléfono para distraerme y no seguir comiéndomelo con los ojos.

-A veces eres peor que mi padre. -manifestó dándome la espalda y entrando otra vez a su cuarto.

Si supiera, pensé.

Salió un momento después con una chaqueta de cuero y un gorro de lana.

-¿Contento?

No le conteste, fui hasta la puerta y la mantuve abierta para él. Cuando pasó, se detuvo un segundo a mi lado.

-Gracias por preocuparte por mi salud. -y luego me dio un beso en la mejilla.

Sentí que mi cuerpo se contrajo ante ese simple contacto. Gruñí en respuesta, pero él siguió en lo suyo, como siempre.

Cuando estuvimos en el auto, prendí la radio y escuchamos un reportaje sobre el clima, recomendaban que evitáramos salir de casa. Al parecer habría una tormenta de nieve. Gulf se la pasó tecleando su teléfono en todo el camino, quería preguntarle con quién hablaba con tanta urgencia, pero no lo hice.

Ya en la universidad, llegó el momento de separarnos como siempre. Yo me sentaba al final de la clase y él justo al frente, me gustaba observarlo, siempre tan sonriente y participativo.

Justo ahora llevaba más de diez minutos discutiendo con el profesor. Sonreí con la cara del señor, agradecí que la clase terminara antes de que él llevara acabo sus deseos de matarlo y tuviera que intervenir.

Gulf me esperó en la puerta, y como lo había estado haciendo en los últimos días, ya no me dejaba atrás; sino que caminaba a mi lado.

-¿Qué te pareció la clase?

-Muy instructiva. -afirmé sin dejar de mirar hacia todos lados en busca de algo sospechoso.

Antes de entrar a la cafetería, un grupo de estudiantes entusiasmados lo acorraló y empezaron a hablarle.

-Ya hemos hablado con casi todas las clases de segundo y la mayoría quiere participar.

-¡Excelente! -contestó él. -¿Ya les dijeron dónde quedaremos?

-Todo está en orden.

-Perfecto, no se les olvide ir bien abrigados.

Fruncí el ceño al escuchar la conversación, y contra todo pronóstico, intervine.

Como si fuera posible. [MewGulf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora