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Me desperté con una sonrisa en la cara. Mew Suppasit causaba ese efecto en mí, hoy mi cuerpo estaba lleno de un auténtico buen humor.

Mew era de cambiar de opinión según la dirección del viento, pero yo no quería seguir jugando el mismo juego. Iba a ir por todas, así que me duché de prisa con una sola cosa en mente: quería acostarme con él.

A pesar de que aún tenía una lucha interna respecto a ese tema, pero ya no podía seguir viviendo bajo lo que mi padre creía correcto.

Callando aquella vocesita que me decía que me detuviera, salí desnudo de mi habitación, cubierto solamente por una toalla blanca.

Mew estaba al teléfono, tardé unos segundos de más en darme cuenta que estaba discutiendo por algo. Cuando me miró, creí ver tres sentimientos pasar por su rostro: sorpresa, miedo y enojo.

-¿Que mierda haces? -expresó con voz común.

Me quedé paralizado, como si hubiera chocado contra un muro.

-Te llamo en un momento. -dijo al teléfono.

Luego me miró con enfado.

-Entra ahora mismo en tu habitación y ponte algo.

Me sentí tan ridiculo que me giré y entré a mi habitación.

Pero, ¿a qué mierda estaba jugando él? Me vestí con lo primero que encontré para ir a correr y salí de la habitación echando humo.

Es decir, entiendo que Mew nunca fue de caer ante mis encantos pero, ¿tenía que ser tan grosero?

Lo encontré sentado, como si esperara a que saliera.

-¿Vas a salir a correr? -preguntó cordialmente.

-Ese es mi plan. -me crucé de brazos. -¿Y el tuyo? ¿Vas a seguir de bipolar?

-Ahora no, Gulf.

Mi enfado alcanzó otro nivel. Mew se paró y fue hasta una esquina para recargarse contra la pared, me miró con la seriedad que acostumbraba.

-¿Vas a seguir tratándome así? -dije dolido. -Nunca sé a qué atenerme contigo. ¡Estoy cansado de que un día me beses y al otro me ignores! -se quedó callado. -¡No soy un juguete!

-Claro que no lo eres. -espetó muy bajo, apenas movió los labios.

-Pues eso parece. -¡Estaba harto! Necesitaba salir de allí. -¿Dónde está Chopper?

-Lo saqué hace un rato, quizá esté durmiendo.

Lo fulminé con la mirada y salí de la casa hecho una furia.

Cuando entramos en el ascensor, me tomó del brazo y dijo:

-No podía hablar en la casa. -explicó acariciándome la mejilla. -No eres un puto juguete, joder. ¿Acaso no te he dejado claro que me importas? Pero las cosas han cambiado.

Parpadeé sin entender nada.

-¿De qué estás hablando?

Las puertas se abrieron indicando que habíamos llegado a recepción. Mew se apartó de mi como si mi piel fuera fuego.

En el vestíbulo, sentados habían dos hombres bien trajeados. Ambos se levantaron al verme e instintivamente me detuve. Mew también lo hizo, entonces habló.

-Gulf, ellos son Jack y Daniel. -ambos me miraron sin expresión. -Trabajarán conmigo en tu protección.

Fulminé a Mew con una mirada que estaba seguro que no iba dirigida a él.

Como si fuera posible. [MewGulf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora