Como si fuera posible. [MewGulf]

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MEW

Aguantar a Gulf aquella semana fue una tortura. No sólo desafiaba a Jack y Daniel, sino que a mí me volvía completamente loco.

Desde que supo que en su casa habían cámaras, decidió pasar el menor tiempo posible allí.

Había alternado varias noches durmiendo en casa de Win, y otras en casa del idiota de Bright.
Eso me obligaba a quedarme afuera con aquellos imbéciles.

El poco tiempo que estábamos en el apartamento me complicaba no sólo el hecho de protegerlo, sino también mi trabajo. Lo vigilaba con las cámaras más que nunca y no sólo porque llevaba siete días sin apenas dirigirme la palabra, sino por su actitud rebelde que parecía aumentar con cada día que pasaba.

Cuando descubrió dónde estaba la cámara de su salón de baile, alternaba piruetas y pasos que sabía que me volvían loco. Parecía saber que me torturaba lentamente.

Lo peor fue ayer, veníamos de casa de Bright. Gulf venía sentado en la parte trasera del auto, Daniel y Jack nos seguían atrás desde otro coche. No solamente estaba harto de tener que dormir en el carro, sino que saber que él lo pasaba con Bright me sacaba de mis casillas. En fin, ayer mientras se bajaba del coche le vi la marca de chupetón en su cuello, casi rompo la puerta al cerrarla de un portazo.

Tenía que controlar los celos que amenazaban con delatarnos a ambos. Dudaba que Derek pasara las veinticuatro horas pegado a las cámaras, pero sabía que podía observarnos cuando quisiera.

Gulf entró en el apartamento haciendo caso omiso a mi estado de ánimo y al rato volvió a aparecer por mi puerta, llevando otra vez una de esas mallas negras que dejaban poco a la imaginación.

Me miró directamente a los ojos antes de cerrar la puerta y meterse dentro de su estudio de baile.

Fui directo a mi portátil, en seguida puse la cámara número diez y lo observé. Ya no bailaba viendo al espejo, sino que lo hacía mirando fijamente a mí.

Empezó a moverse en lo que estaba seguro de que no era ningún maldito baile de ballet clásico. Vi cómo sus piernas se abrían y se cerraban en el suelo.

Su cuerpo era una obra de arte, algo que causaría estragos si lo hubiesen dejado bailar en un teatro.

Se me aceleró la respiración cuando volví a ver el chupetón en su cuello. La forma en que levantaba su cabeza para que pudiera verlo mejor, solo parecía gritarme que me jodiera por ser un imbécil.

Lo observé un rato más hacer sus piruetas hasta que se detuvo. Se apoyó contra la barra que quedaba frente al objetivo de la cámara y jadeando, esperó sin quitarme los ojos de encima.

En un segundo apagué todas las cámaras y crucé la habitación.