13. Party like is 1927

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Miraba, de nuevo, al desconchón que había en la pared. Estaba en una esquina, rozando el punto en el que se encontraban dos paredes. Se le estaba haciendo molesto; tenía forma de Francia, y era una especie de recordatorio de mal gusto de su situación.

La psicóloga pudo comprobar que había algo raro en él. Ya no se sentaba con los brazos cruzados, espalda recta y ojos de cazador; ahora apoyaba su mejilla en el dorso de su mano derecha, con la espalda algo encorvada y los ojos perdidos, pensativos.

Enjolras estaba algo cansado, quizás incluso decepcionado, de sí mismo. Habían pasado tres días en los que no podía dejar de pensar en aquel pequeño grupo de prisioneros de guerra en las trincheras. Habló con ellos, sabía sus nombres; dio palabras de ánimo, palmeó sus espaldas, intentó compartir palabras esperanzadoras. No obstante, sabía que habían muerto poco después, lo más probable que de frío.

De nuevo, él no había hecho nada. Los dejó morir, así sin más. Tuvo por un instante el poder de salvarles la vida, pero no lo hizo en ningún momento. Solo tuvo una minúscula discusión con Parker y el otro tipo, en la que el resultado fue dejar a aquellos pobres abandonados. Se vio a sí mismo otra vez, una vez cruzó de nuevo la puerta, cuando en 1832 dejó a sus amigos atrás, en contra de su voluntad, pero atrás al fin y al cabo.

De nuevo, no supo proteger a quien le necesitaba.

-A muchos os pasa al principio. -comentó la psicóloga. -Es lo malo de este trabajo. Hay que ser injustos a veces.

-Ya me lo han explicado, por activa y por pasiva. Y lo entiendo, entiendo lo que podría haber supuesto que se salvaran. Lo entiendo en lo profesional, pero mi moral es otra.

Emma estaba un poco ida desde la misión en 1914. Nadie la culpaba, solo habían pasado tres tristes días. Estaba también, un poco harta; Bustos estaba detrás suya más que nunca, y ya no sabía que hacer para quitárselo de encima definitivamente. Lo cierto, y siendo mala, estaba deseando que hiciera alguna burrada para que le echaran definitivamente.

-¿No quieres hablar de la misión seguro? -R. le sirvió una taza de café. -A lo mejor te va bien.

-Prefiero no hacerlo. Al menos el objetivo principal se logró con éxito. Quevedo y Josema ya están casi recuperados.

-Ni sabían quienes eran hasta que se perdieron. -Grantaire pensó que lo mejor era llevar la conversación a un terreno más normal, para que Emma dejara un poco de lado la experiencia que le comía la cabeza. -Lo cierto es que no conozco a casi nadie del trabajo. Estoy haciendo hasta más amigos en la universidad.

-Pues hacemos fiestas muy a menudo. -Emma se puso un poco más optimista. -Han dicho de hacer una cuando Quevedo y Josema ya estén bien, así que es una buena ocasión para conocer a gente nueva.

Grantaire no pensó en un par de semanas más en la supuesta fiesta. Se mantenía ocupado, lo cual se le hacía muy estresante, pero llevadero gracias a su capacidad de rápida comprensión y memorización de conceptos; era un verdadero alivio ver que no había perdido esa parte de sí mismo, que a pesar de la cantidad de neuronas que sus borracheras habían matado, él seguía manteniendo aspectos de quien solía ser.

Aquel muchacho con el que se había acostado no hacía mucho tiempo parecía haber tomado una especie de cariño con su persona; intentaba entablar conversación con él a menudo, y la verdad es que tampoco le molestaba su compañía en absoluto. Era agradable ver que le interesaba a alguien completamente fuera de su entorno. Esa noche, de hecho, le invitó a tomarse algo por la noche.

E P I F A N Í A   ||Les Miserables (enjoltaire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora