2. El abogado del Proletariado

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Parker había permanecido en el Pineda hasta hacía escasas horas. Todos los demás agentes que trabajaron en la época de Emma se fueron yendo con el tiempo, pero ella no.

Sin embargo, no le quedó más remedio: aquel trabajo podía llegar a ser muy duro emocionalmente, y ella no estaba dispuesta a realizar la última misión que se le fue encomendada. Ese fue el momento en el que empezó a valorar sus ideales más que aquella profesión, que puede que le hubiese salvado la vida en su momento, pero estaba segura que de haber sido ella alguien importante para la historia, habría sido la causa de su muerte.

Siguió en contacto con Emma esos cinco años. Su relación tensa con el tiempo se volvió en una genuina amistad, y ella le ayudó mucho cuando se mudó a Irlanda de primeras; un par de veces fue a visitarla, de hecho. Emma aprendió a apreciarla, y Parker aprendió a apreciarla a ella. Se podría decir, con total seguridad, que eran buenas amigas. Además, Parker le mandaba a Buñuel las cartas que Emma le escribía, pero eso lo dejamos para luego.

Mientras estaba volviendo de la puerta de aquella misión que no había completado, pasó frente a la puerta 313; siempre se quedaba mirando a esa puerta cuando pasaba por ese pasillo. Nunca tuvo demasiada relación con ninguno de los dos, pero no por ello se llevaban mal. Con el que más contacto tuvo fue con Enjolras, y de Grantaire era imposible olvidarse, pues se hacía notar, y cuando no estaba presente, Emma se encargaba de hablar de él. Se paró frente a la puerta un momento, y como llevaba una falda por encima de las rodillas, fue que pudo sentir la corriente de aire que venía de las juntas de la puerta. Con una mano temblorosa, intentó abrirla.

Robó ropas de la Francia de 1850, las metió en un macuto con el resto de sus cosas del Pineda, y se fue directa a Francia.

Habían llegado ya al local, ahora abandonado, que había en una calle cerca del Panteón; Emma y Parker forzaron la cerradura, y Courf y Ferre miraban. Ellos no habían olvidado prácticamente nada de lo sucedido en su tiempo en España, pero aquel tipo de operaciones, difíciles pero que necesitaban rápida ejecución, no había mejores dos que Emma y Parker para dejarlo en sus manos.

Entraron, y cerraron tras de sí. Al pasar a la puerta que daba al almacén, Parker y Emma cerraron para cambiarse, y los dos hombres se quedaron fuera.

-Espero que la talla esté bien. -murmuró Courf.

Cuando ya estuvieron listos, ellas apenas tenían el corsé y las enaguas puestas; se ayudaban mutuamente, y tardaron diez minutos cada una en peinar a la otra, bastante poco teniendo en cuenta lo intricados que eran los recogidos en esa época.

Estaban muy bonitas, la moda parisina de la década de los cincuenta era bastante favorecedora, mucho menos cómica que las infladísimas mangas de los treinta. Llevaban vestidos de día, por lo que sus clavículas estaban cubiertas; Parker llevaba un vestido azul y Emma uno rojo.

-Parecéis la bandera de Francia. -comentó Courf.

-Y tú vas a parecer un cuadro de Picasso como no te calles la boca. -respondió Parker. -Ahora venga, tenemos prisa.

Se quedaron mirando la estantería, que funcionaba de puerta. Había cierto miedo de varias cosas, pero en ese momento el principal era que no se encontrase activa. Combeferre y Courfeyrac hicieron los honores, y tiraron de la estantería hacia fuera. Al fondo de un pequeño tramo de pasillo, podían sentir una corrientilla de aire. Emma fue la que primero entró, la siguió Combeferre, después Courf, y Parker cerró la puerta tras de sí.

Emma, dubitativa, empujó al final de la pared, y esta se empezó a abrir. Combeferre la ayudó. Una vez en el otro lado, Emma contuvo la respiración, por culpa de un sobresalto. Todos miraron a la parte del suelo en la que había un esqueleto humano, completamente limpio de carne, frente a la puerta. Los cuatro viajeros estaban atónitos. En una pared, había una huella de mano, con algo que reconocieron como sangre seca. Allí había pasado algo, estaba claro.

E P I F A N Í A   ||Les Miserables (enjoltaire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora