Emma entró primero, buscando a Sally. Courfeyrac la siguió un momento después, para ir al bar del hotel; allí era donde todos iban a acabar metidos, en principio. Pasarían todos en la estancia media hora desde que el último entrase en ella, y después Grantaire saldría para coger la llave de la habitación de Picasso y quitarle el ticket del barco (o ese era el plan).
Enjolras y Combeferre estaban hablando sobre algunos inventos que les parecían muy curiosos. Grantaire escuchaba, pero no aportaba nada a la conversación. Estaba sentado en un banco unos metros a la derecha del par, fumando. Parecía que no se conocían de nada. A veces les lanzaba miradas furtivas, pero no eran respondidas por quien le interesaba. Sentía su ánimo caído, como una especie de aire se condensaba en su espalda, haciéndose sólido y pesado; debía ser la sobra de su antigua persona, aquel que basaba su entera valía y personalidad en la imagen que tenía de él un hombre, un hombre que ni siquiera le tenía respeto.
Se había preguntado cómo habría sido si Enjolras hubiese mantenido una mínima decencia con él, o si él no se hubiese empeñado en llamar su atención de las peores formas posibles. Verlo ahora era algo engorroso: los recuerdos estaban tras un velo grueso, casi una cortina negra, que no le dejaba ver con claridad todo lo que en su vida anterior había acontecido. Era como si de verdad hubiese vivido todo ese intervalo de tiempo hasta el punto en el que se encontraba. Culpa del alcohol, por supuesto.
Le gustaba mirar las cosas de manera objetiva: él provocaba a cada rato el temperamento de el joven líder, que tenía poca paciencia de por sí, y la respuesta de este era la esperada. Él, por su parte, era sensible y estaba enamorado, y no podía evitar sentirse como se sentía a cada palabra que salía por los labios del encolerizado amante de la patria.
Emma no tardó en encontrar a Sally; estaba guardando unos papeles en la recepción del hotel. Cuando se encontró a Emma, sonrió. Se acercó a ella de manera amistosa, como si la conociese desde hacía años.
Le preguntó que hacía allí, y ella le comento que se iba a tomar algo con su hermano dentro de poco, y que había aprovechado para ir a saludarla. Tras un poco de conversación casual, se dio cuenta de que Sally tenía una actitud algo peculiar hacia ella. Estaba siendo muy amable, como lo había sido en el coche. Exactamente la misma pauta: era una chica dulce y agradable al principio, pero a medida que la conversación iba pasando, su actitud pasaba a ser la de una chica más...cercana, por así decirlo.
Emma le preguntó si sabía en que habitación se hospedaba un caballero de nombre Picasso. Con una rápida hojeada a la libreta de registros, le comentó que era la habitación 012.
-He's an old friend of ours. -respondió cuando ella le preguntó para que quería saberlo. -We might pay him a visit later.
-A friend, I see. Wedding bells ringing soon?
-No, I don't think so. -se acercó un poco al oído de Sally, para susurrar. -Men are not what I normally incline to. -Cuando se separó de ella, vio una mirada cómplice en su rostro. -See you around
Escuchó un sonido en su bolsillo, y se llevó la mano a este. Cuando sacó el aparato, ya tenía el cristal iluminado, con unas letras en las que se leía "Entra ya", y el nombre de Emma encima de estas.
Enjolras se despidió de Combeferre y se dirigió al interior del hotel. Pasó frente a Grantaire, haciendo caso omiso al pintor sentado en el banco.
Combeferre se acercó entonces a Grantaire, y se sentó junto a él en el banco. En el transcurso de aquella misión, Combeferre había tomado consciencia de que Grantaire estaba enamorado de Enjolras, y se fijó en el comportamiento de este hacia él. Lo que obtuvo de su trabajo de observación se reducía a algo muy simple: Enjolras detestaba a Grantaire, pero no podía decir porqué.
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E P I F A N Í A ||Les Miserables (enjoltaire)
Ficción histórica1832, París guarda silencio tras el último disparo que resuena en el Corinto, marcando el fin de la revolución de junio. Cuatro amigos de la llamada sociedad del ABC despiertan en un entorno desconocido, y Emma Olivares, la responsable de su salvac...