1832, París guarda silencio tras el último disparo que resuena en el Corinto, marcando el fin de la revolución de junio.
Cuatro amigos de la llamada sociedad del ABC despiertan en un entorno desconocido, y Emma Olivares, la responsable de su salvac...
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El tiempo pasa rápido, si no qué se lo digan a Emma, que hace nada parecía que el instituto no iba a acabar nunca y ya llevaba dos años de carrera.
Bueno, desde que dejó el internado se mudó a vivir con unas amigas de su antiguo instituto. No echaba de menos el internado, porque de hecho seguía frecuentando el edificio.
Desde que llegó el momento de irse, supo que en realidad no se iba a ir del todo ni de broma, y renovó su contrato para otros tres años más (lo que durase su carrera, básicamente).
Un pequeño resumen sobre que pasó después de su primera reunión con Ambrosio, el director del internado: había sido recomendada por su profesor una vez que este la consideró apta para las actividades que se llevaban a cabo. "Es mucho más fácil con gente joven, además de que os suele gustar mucho hacer esto", era lo que le dijo Ambrosio cuando preguntó porqué un colegio con adolescentes y no un ministerio completo como lo que ella se creía que tenía más sentido, pero tampoco es que no hubiese gente adulta. Algunos profesores también hacían sus viajecillos, y otros, como ella, se quedaban hasta mucho después, o porque lo disfrutaban o porque un dinerillo de más nunca estaba mal.
Básicamente, según la historia, los nazaríes encontraron las primeras "puertas", que no eran puertas en ese momento, y se dieron cuenta de que había una especie de pliegue temporal con el que podían viajar a épocas anteriores. Se pusieron a instalar puertas para hacerlo funcional, y hacer eso que estaban haciendo ellos, viajar por el espacio y el tiempo a otras épocas con tanta facilidad como la de cruzar una simple puerta en la pared.
Por desgracia para ellos, sorpresa sorpresa, ocurre la toma de Granada, y por mucho que intentaron esconder las puertas de los Reyes Católicos, fue en vano. Increíblemente Isabel no quemó lo que se habría considerado como brujería y lo utilizó en su propio beneficio.
Las puertas se concentraban su mayoría, por casualidades del destino tal vez, todas allí, debajo de la fortaleza roja, en un complejo sistema de pasillos por el que no es difícil perderse. Por supuesto, hay más en el mundo, repartidas por ahí, sin registrar, hasta que ellos dan con ellas, porque claro, si una persona que no tiene ni idea la cruza... en fin, sólo hay que pensar en la de desapariciones que han ocurrido sin explicación alguna.
Continuando con esto, es algo que España ha sido capaz de guardar muy recelosamente de la vista de otros imperios, teniendo el dominio y siendo los encargados de preservar el tiempo si es que algún contratiempo ocurre en alguna época, valga la redundancia.
No es de extrañar que personalidades importantes de la historia estén también involucrados, pues una buena reputación lo es todo y nunca está de más tener de tu lado a alguien influyente como Velázquez o el Empecinado.
Ahora bien, aquello del Ministerio del Tiempo se hizo para encubrir un poco lo que hacían, siendo la mejor forma de guardar el secreto, a la vista; había pasado más de una vez que un extranjero se mete por donde no es en el recorrido de la Alhambra y se acaba topando con una puerta, y ya tienen que ir ellos a decirle que se está metiendo en el plató de una serie, y se van todos medio confundidos pero satisfechos con una respuesta racional.
