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-No entiendo ni una mierda de esto. - Mauro se quejó en voz alta, recibiendo un reto de parte de la bibliotecaria que andaba por ahí y de Paulo para que guardara silencio.

-Callate bobo, que hay más gente aquí. - Londra le dijo sin titubear, no siendo la primera vez que mandaba a callar al morocho de esa manera. -Pero decime, ¿Qué es lo que no entendés? - le consultó, mientras se le acercaba de inmediato.

-Nada que te interese. - Lombardo respondió cortante, para nada cómodo con que el rubio se le acercara tanto.

-Si no lo recuerdas pedazo de bobo, estoy aquí para ayudarlos, así que deja de ser un culiado orgulloso y decime que no entendés. - Paulo le ordena por lo bajo, pero su tono de voz denotaba mucha autoridad y seriedad, que fue suficiente para que Mauro cooperará un poco.

-Es esto. - aquel anuncio de mala gana, señalando la página de uno de los tantos libros que tenía a su disposición, siendo observado sin ninguna discreción por Spallatti, quien se estaba conteniendo las ganas de largarse a reír en ese preciso instante.

Es que ver al intimidante Mauro Lombardo, siendo callado y hasta cierto punto dominado por alguien como Paulo, era prácticamente divertido e irónico al mismo tiempo, teniendo en cuenta que el morocho siempre hacía sentir mal a las personas que eran como el rubio. Pero que viniera alguien como él, a ponerle un alto de esa manera, era un digno motivo para hacer una fiesta en el obelisco por tres días seguidos sin parar por nada del mundo, aunque la yuta viniera a querer dispersar todo.

-¿Y vos? ¿Cómo vas? - el ojiazul le cuestiona a Matías, quien no tarda mucho tiempo en responderle, luego de haberle aclarado las dudas a Mauro, quien ya parecía entender lo que estaba haciendo después de pasar más de quince minutos leyendo sin comprender nada.

-Todo tranqui, así que mejor concéntrate en el burro ese. - Matías responde, observando claramente como Mauro lo ve con una mirada completamente asesina. -Que en verdad necesita de tu ayuda. - agrega, sintiéndose victorioso con que alguien pusiera en su lugar al contrario.

-Cerra la jeta Matías, sino querés que te cague a piñas de nuevo. - Mauro le amenaza no estando nada contento con lo que había dicho.

-Mira vos, ¿Cuando me has cagado a piñas? - Spallatti inquiere, no contando la pelea que habían tenido, de la cual no resultó ningún ganador, aparente.

-Por lo visto tu cerebro es del tamaño de una nuez. - Lombardo contesta, estando a casi nada de dar el primer golpe. -¿O ya se te olvidó lo que le hice al mudito ese? - cuestiona, haciendo que Matías ya se fuera tomando personal la situación.

-No hables así de Mauro. - aquel ordena de inmediato.

-Por favor, ¿Por qué lo defiendes tanto? Si prácticamente solo te ve como un amigo. - Mauro suelta, siendo el fuego que necesitaba la mecha para que la bomba entre esos dos explotara de nuevo, a no ser por Paulo, quien rápidamente los puso en orden.

-Bueno, se comportan o los causó con la directora. - el rubio les demandó a los dos, golpeándoles de paso en la cabeza velozmente con un grueso libro. Aunque no debió de hacer eso, porque estaba maltratando al pobre libro que no tenía la culpa de nada de eso.

-¿Pero que mierda te pasa? - Mauro le pregunta, pero la seria y fuerte mirada de parte del otro le hacen callarse en un instante.

-Pollerudo. - Matías se queja en un murmullo, pero su instructor es capaz de escucharlo a la perfección.

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