🌻 [08] 🌻

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-¡Todo lo que pasó fue inaceptable! ¡Sus comportamientos infantiles e inmaduros los orillaron a cometer esta semejante estupidez! - los gritos de la directora hacían eco por toda la oficina. -Y estoy sumamente decepcionada de ambos, pero en especial de vos, Ignacio. - señaló al ojicafe quien sostenía una bolsa de hielo contra su pómulo derecho. -Pero vos Mauro, esta es la segunda ocasión en la que te metes en problemas y pensé que tras la última suspensión que te di, ibas a reflexionar un poco más antes de cometer tus actos. - declaró seria mientras masajeaba el puente de su nariz.

Ambos acusados permanecían en silencio, dirigiendo su vista al frente para evitar mirarse entre ellos, los dos tenían un mal aspecto dejando en evidencia las secuelas de la salvaje pelea que habían tenido.

-Y bien, ¿alguno de ustedes piensa decirme el porque pasó todo esto? - preguntó la mujer en espera a que confesaran la verdad de los hechos.

-Todo fue culpa del pelotudo de Spallatti. - Lombardo fue el primero en acusar, haciendo que el mencionado se indignara por tal mentira. -Yo estaba en el salón de los más tranquilo y el vino armar bardo.

-Pajero de mierda. - soltó Ignacio, recibiendo una mala mirada de la directora pero esta tambien iba dirigida a Mauro.

-Por favor, les pido que eviten usar palabras despectivas para dirigirse al otro. - dijo ella observando como ambos ponían los ojos en blanco.

-De acuerdo. - aceptaron al mismo tiempo de manera renuente.

-Aclarado eso, pueden continuar. - comentó la directora inclinándose un poco hacia adelante.

-Verá, lo que pasó fue que este pelo.. digo Lombardo. - Ignacio continúo diciendo. -Encerró a Mauro en la bóveda de limpieza y usted mejor que nadie sabe el horror que él tiene por los espacios cerrados, así que no hice más que cobrar venganza por lo sucedido. - soltó observando cómo el rostro de la mujer se tensaba.

-Yo no hice nada. - se defendió el otro. -Yo no tengo la culpa de lo que le pase al mudito ese. - dijo ganándose un reproche de la directora.

-¡Mauro! ¡Que palabras son esas para dirigirte aún compañero! - exclamó con enojo pero el mencionado no parecía importarle lo que se le decía.

Después de esto la oficina se quedó en silencio, ninguno de los tres dijo nada, la mujer de cabello rubio pensaba la manera de cómo resolver todo esto sin afectar de manera seria a nadie. Aunque los actos cometidos por Mauro dejaban mucho que desear, mereciendo un castigo severo, la realidad es que los de Spallatti que tampoco eran para menos.

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