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-Mau. - murmuró Ignacio. -¿Qué tal si paramos un rato?, por favor. - pidió con un tono de cansancio, logrando que el mencionado lo mirara mal. -¿Qué? - preguntó ante la reacción del contrario.

-«No seas llorón Mati.» - le respondió Monzón. -«Hace quince minutos que comenzaste a estudiar, y ya queres descansar.» - reprochó.

Habían pasado cuatro días desde la suspensión de Spallatti, cuatro días sin salir de su casa o hacer algo interesante, por lo que el morocho había decidido ir a la casa del ojiverde por dos razones.

La primera de estas, era verlo y saber cómo estaba, en cierta forma le hacía mucha falta la compañía de Mauro, también la de Daniel y Valentín, aunque Matías jamás admitiría eso en voz alta.

Lo segundo, era ponerse al corriente con las clases que había perdido, esto último gracias a su madre, quien lo obligó prácticamente para que lo hiciera. Pero ahora que lo pensaba detalladamente, esta fue la peor idea que se le pudo haber ocurrido a ella, y eso que no solía equivocarse.

-Es que no entiendo ni un carajo. - Matías se quejó de nuevo, arrojando su libro de Álgebra a un rincón de la habitación del ojiverde. -Aun no comprendo, para que me va a servir esto. - hablo, mientras se recostaba en el respaldo de la silla. -No es como, si solucionar una puta ecuación de tercer grado me fuera de mucha utilidad. - alegó, logrando que Mauro se riera de él. -¡Vamos! ¡No te burles, que esto es algo serio! - exclamó molesto.

-«Lo siento, es que me es inevitable no reírme.» - se disculpó, tratando de controlarse. -«Pero aún no podés descansar, te hace falta mucho.» - comentó, haciendo que un bufido escapara de la boca de Spallatti.

-Lo sé, lo sé, pero no quiero seguir. - volvió a decir, intentando convencer al menor de que lo dejara hacer una pequeña pausa. -Dame cinco minutos y después continuó, ¿de acuerdo? - rogó, pero Monzón seguía sin cambiar su postura.

Ignacio le dedicó una mirada seria, en señal de descontento, sintiéndose un poco desesperado por no conseguir lo que quería, pero rápidamente pensó en algo para lograrlo.

-¿Y qué tal, si hacemos un trato? - cuestiono, observando como el anfitrión lo observaba con cierta curiosidad.

-«¿Que tipo de trato?» - inquirió el ojiverde.

-¿Que te parece si te invito a salir, y vamos por un helado? - pregunto en espera a una respuesta.

Mauro pensó seriamente si debía aceptar el dichoso trato, hace tiempo que no salía con el morocho y no le vendría nada mal. Después de un par de días de mierda, a causa de las clases y las infinitas tareas, un pequeño respiro de todo eso era una buena opción.

|| Mudo: Litcko : FINALIZADO : ✅  ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora