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Los días de la suspensión de Matías habían llegado a su fin, ahora podía reintegrarse a las clases presenciales con toda la normalidad posible, algo que nunca pensó que iba a extrañar demasiado, aunque era más la compañía de sus amigos lo que echaba de menos. Pero a decir verdad, quería estar cerca de Mauro, quería estar a su lado, disfrutar de su compañía, enamorándose cada vez más de todas las ocurrencias y acciones que este hacía.

A pesar de no tener el valor y las agallas necesarias para poder decirle todo lo que sentía, siendo dominado por el miedo, ante la simple idea de terminar su amistad con Monzón, a causa de su confesión. El corazón de Spallatti se oprimía al solo pensar que el ojiverde lo alejaría de su lado o que solo lo viera como el mejor amigo que era y nada más, algo sumamente alejado al estatus de una relación formal que él quería tener con el menor.

Pero también, no sabía si él era esa persona que había terminado por conquistar el corazón de Monzón, y que al confesarse no estaría arriesgado nada en lo absoluto, y que solo conseguiría que el ojiverde aceptara y correspondiera a cada uno de sus sentimientos.

Aunque esa posibilidad le parecía un poco improbable, ya que a su perspectiva, ante los ojos del morocho no era más que un amigo. No siendo capaz de fijarse en cada una de las señales que Mauro le hacía de vez en cuando, tanto para llamar su atención, como para que el cariño que se tenían aumentará cada vez más, y que no se terminará jamás.

Para que fueran capaces de soportar hasta las más duras tempestades o adversidades, que pusieran en juego sus lazos afectivos.

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-¡Los extrañé mucho trío de tarados! - Matías exclamó, abrazando en conjunto a Monzón, Ribba y Oliva, quienes comenzaban a cansarse un poco de la actitud tan melosa con la que el ojicafe había llegado al instituto.

-¿Podes bajarle un cambio a tu intensidad Matías? - se quejó Daniel, mientras se separaba lo más rápido que podía. -Desde que llegaste no paras de abrazarnos y decirnos lo mucho que te hicimos falta. - agrego.

-Uy pues perdón... - Spallatti se disculpó, fingiendo estar dolido por las palabras de Ribba. -Ya no vuelvo hacer amables con ustedes, ni mucho menos extrañarlos, porque son unos giles sin corazón. - soltó con firmeza.

|| Mudo: Litcko : FINALIZADO : ✅  ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora