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-Mauro, corazón, ¿Cómo amaneciste? - Alicia consultó a la mañana siguiente, habiéndose despertado muy temprano para ver cómo estaba su sobrino.

Tocando un par de veces la puerta de la habitación de este, solo para advertirle que iba a entrar. Algo que hizo pocos minutos después de haber tocado la primera vez, pero lo que se encontró no fue mucho de su agrado.

-Pero Mauro. - dice preocupada, mirando al morocho tirado en el piso, temblando un poco, y tapándose los oídos con las manos. -Mauro, corazón, ¿Qué es lo que te pasa? - consulta, mientras se acercaba al menor para poder despertarlo. Ya que estaba dormido, o bueno, eso quería pensar. -Vamos Mauro, despierta. - pide preocupada, consiguiendo lo que quería, algunos segundos después de haber llamado a su sobrino la primera vez. -Buenos días corazón. - murmura dulcemente, despertando de a poco al ojiverde. Quien se siente demasiado confundido, como para entender lo que estaba pasando a su alrededor. -¿Pero qué haces aquí chiquito? - consulta, no recibiendo una respuesta por parte de Mauro.

Quien trata de ponerse de pie e irse a la cama, pero se siente tan confundido y mareado, que no pudo avanzar mucho. Por lo que le tocó arrastrarse hacia su cama para poder subirte a esta con cierta dificultad, todo bajo la atenta mirada de su tía.

-Mauro, ¿Acaso tuviste una pesadilla? - pregunta suavemente, recibiendo un pequeño asentimiento por parte del otro, quien termina siendo cubierto por una sábana. -Ay Mauro. - se lamenta, pareciendo que fue una fuerte pesadilla, para dejar al otro en esta condición. -Debiste haber hecho un ruido para que hubiera venido a verte. - comenta, dejando pequeñas caricias sobre la frente del otro, quien lentamente se puso a llorar. -Ya Mauro, no llores más. - le pide, sabiendo perfectamente lo mal que el otro se ponía por culpa de estás situaciones. -Sabes que no fue tu culpa, los accidentes pasan, así que no fue tu culpa. - le repite sin dejar de darle mimos en el pelo.

Cosa que sí tranquiliza a Mauro en cierto sentido, pero no demasiado para que dejara de llorar o mejor dicho, que dejara de echarse la culpa ante lo que había pasado.

-Ya chiquito, no pasa nada, no pasa nada. - le repite, pero el otro simplemente no la escucha. -Martina, ¿Podés venir un momento? - llama a la hermana de Mauro para que le diera una mano, pero el simple nombre de aquella solo consigue que el menor se tense demasiado, algo que Alicia nota de inmediato.

-¿Si? - Martina habla, una vez que se acercó rápidamente a la habitación, como si no supiera nada de lo que pasaba. -¿Y hoy por qué llora? - pregunta con un tono de voz molesto y algo burlón al mismo tiempo. -¿Qué te pasó Mauro? ¿Acaso ya necesitas tener la atención de todos por el día de hoy? - se burla de la condición del otro, quien solo atina a llorar más que antes.

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