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-«¿Cuál collar crees que es mejor?» - Mauro le consultó a Matías, para después observar y evaluar todos los collares que estaban en aquel estante.

-No lo sé Mauro. - el contrario dijo un poco fastidiado por la pregunta. -Llevate cualquiera, después de todo son la misma cosa, solo el color cambia - comentó ganándose una mala mirada de parte del ojiverde.

-«¿Disculpa?» - dijo más que indignado, por la respuesta que había recibido.

-Bue, perdon entonces. - se excusó el mayor. ‐Llévate el naranja ese. - habló, señalando con un poco de dificultad el dichoso collar, porque tenía las manos ocupadas.

En una de ellas tenía la jaula donde estaba Sativa y en la otra una pequeña canasta donde habían varias cosas para esta, como paquetes de comida, juguetes y una caja que serviría como un arenero, con su respectiva arena, claro está.

-«Me gusta más el azul, mejor me llevo ese.» - Mauro respondió, tomando el collar azul, causando que Spallatti rodara los ojos y quisiera darle un guantazo, por lo indeciso que era, y por no tomar su opinión en cuenta, aunque insistiera para que se la diera. -«Creo que ya tenemos todo, así que vamonos.» - indicó, para dirigirse a la caja registradora, siendo seguido por el morocho.

-A veces pienso que solo me utilizas. - susurró Ignacio, viendo como Monzón se adelante rápidamente y no había sido capaz de oírlo. -¿Verdad que tengo razón? - le pregunto a la gata, quien maullo en lo que parecía ser una "respuesta". -Voy a tomar eso como un si. - dijo, dándose cuenta de cómo unas cuantas personas lo observaban curiosos por hablar con un animal, como si este fuera a entender todo lo que le decía.

Matías sonrojado y avergonzado por esto, decidió mirar hacia otro lado, ignorando por completo a un par de chicas que desde que llegó a la tienda de mascotas, no le habían quitado la mirada de encima. Literalmente estas, lo observaban a todas las partes en las que se movía, y como el ojiverde iba y venía de un lado para otro, no tuvo oportunidad de perderlas de vista.

Pero a pesar de todos sus esfuerzos por llamar la atención de Spallatti, este nunca les dio bola, debido a que parecía estar más concentrado en lo que Monzón hacía, que en lo que sucedía a su alrededor, podía admitir que eran lindas y atractivas, pero ninguna era su tipo.

El tipo de persona que era capaz de llamar y atraer la absoluta atención del ojicafe: Tenía que ser alto, ojiverde, morocho, bobo, distraído, amante del helado y de los gatos, poseer una radiante sonrisa, una gran presencia, y por supuesto, que fuera hombre. Sin olvidar que no pudiera hablar, aunque el último punto podría ser un tanto debatible, pero pensándolo bien, no lo era.

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