🌻 [09] 🌻

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-Aucht, duele. - se quejaba por cuarta ocasión Matías.

-No exageres Ignacio. - le reprendió su madre. -Si te quedaras quieto, terminaría más rápido y te dolería menos. - dijo volviendo a pasar un pedazo de algodón con alcohol en el rostro del ojicafe, desinfectando los moretones que tenía. -Y entonces, ¿pensas decirme qué fue lo que pasó? - preguntó sin quitarle la vista de encima. Desde que Matías vino, había tratado de sacarle la verdad, pero sólo lograba obtener respuestas poco creíbles.

-Digamos que tuve un problema con alguien, comenzamos a gritar y terminamos moliéndonos a golpes. - explicó de manera despreocupada, pero Silvia no pareció creerle nada.

-Ignacio Matías Spallatti, no quiero nada más que la verdad, así que no te atrevas a mentirme. - exigió cruzándose de brazos.

-Bueno, esta bien, pero que quede claro que hice lo que hice por una buena causa. - dijo, queriéndose salvar de cualquier castigo que podría recibir.

-Ya veremos si lo que hiciste fue por una "buena causa". - comentó la rubia haciendo comillas.

-Bien. - bufó por lo bajo el morocho. -Lo que pasó fue, que un pelotudo que le encanta molestar a Mauro, se le ocurrió la maravillosa idea de encerrarlo en un bóveda, donde apenas podía moverse.- comenzó a decir. -Mauro por razones obvias se puso bastante mal, no paraba de llorar y temblar. Cuando se calmó un poco, fui a buscar al gil que le hizo eso y terminamos por cagarnos a palos en medio del salón. - murmuró esto último, en espera a una mala reacción de parte de su madre, quien parecía analizar determinadamente todo lo que había escuchado. -Y como castigo por empezar el bardo me suspendieron por una semana. - agregó, colocando de esa manera la frutilla a la torta.

Luego de esto la habitación quedó en silencio, Matías rogaba internamente que su madre no le reprochara nada o armara un escándalo por lo que había cometido. Él mismo sabía que se sus acciones no eran las mejores y que merecía un castigo, pero en ningún momento se arrepintió por lo que había hecho.

Es más, era capaz de hacerlo de nuevo, solo para darle su merecido a Lombardo y enseñarle de una vez por todas que no debía de meterse con Mauro.

-¿Y? - el ojicafe se atrevió a decir, después de varios minutos en un incómodo silencio.

-La verdad me siento bastante decepcionada de vos Ignacio, te lo he dicho en más de un ocasión que la violencia no resuelve nada. - la rubia le reprendió con un tono severo.

-Perdón. - el menor se disculpó cabizbajo.

-Pero te conozco a la perfección y sé que no te ibas a quedar de brazos cruzados si alguien le hacía algo a Mauro, así que tampoco me sorprende lo que hicistes. - dijo sonriendo, haciendo que el tenso ambiente que había desapareciera. -Sé lo que sentís por Mau, por eso entiendo que quieras cuidarlo de todo aquel que trate de hacerle daño. - comentó, tomando por sorpresa a Ignacio, logrando que las mejillas de éste se tiñeran de rojo.

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