Narra Marizza
Pilar nos contaba con una sonrisa sobre una estúpida flor y una nota que apareció en su casillero. En la nota decía que ella era muy linda y otras cosas cursis que no me importó prestar atención. También decía que si quería saber quién se la mando debía ir a una dirección sola.— ¿Y vas a ir? —pregunto Mia con una sonrisa igual a la de Pilar o más grande. Yo fruncí el ceño y la mire.
— Es que no sé ¿Ustedes dicen que vaya?
— Si claro, anda. —hable fingiendo tranquilidad— Total el hombre de la bolsa no creo que tenga una bolsa de tu tamaño. —hundieron las cejas y me agarré el puente de mí nariz— Pilar, en serio vas a ir a un lugar solo porque te dejaron una estúpida flor.
— La flor es linda... —dijo Mia y volví a fruncir el ceño— hasta le quitó las espinas que suelen ser muchas. —miro a Pilar.
— Es en serio Barbie, los fabricantes prefirieron darte pelos en vez de neuronas.
Me miró ofendida y nos quedamos mirándonos por algunos segundos hasta que Pilar habló.
— Bueno basta chicas. Marizza tiene razón, puede ser hasta una broma de Fernanda esto.
— ¿Por qué sería de Fernanda? —insinué y ella suspiró.
— Porque cuando agarré la nota con la flor fue la única a la que ví en ese momento... —ella aparto la vista, me estaba ocultando algo, lo sabía entonces levanté la ceja.
— ¿Nada más?
Se quedó en silencio, cuando no quería mentir lo hacía. Pilar tenía claro que sí mentía involuntariamente se delataria rascándose la nariz sin importar cuanto se esfuerce.
Mia giró la cabeza y trato de ver lo que miraba Pilar, pero al no ver nada volteó a verla con confusión.
— Pilar... —insistí.
Exhaló aire por la nariz rendida y clavo sus ojos en mí.
— Fernanda me amenazó. Al estar sola en los casilleros me tomó desprevenida, me empujó e hizo que se me caiga la flor entonces la piso. Me dijo que si volvemos a meternos con ella la pasaríamos mal hasta que nos cambiemos de colegio. —se la notaba sería al pronunciar cada palabra.
— ¿Y que dijiste? —pregunto Mia, se escuchaba al hablar lo preocupada que estaba.
— No importa que dijiste importa que hiciste. —apreté los puños al ver a Fernanda en una esquina sonriendo mientras hablaba con Belén.
— Nada... —volví mí vista a ella— no hice nada porque no debo hacerlo.
Abrí la boca para contradecirla, pero me interrumpió.
Hoy es el día de interrumpirme y no me dijeron
Primero Manuel, después el timbre y ahora Pilar-pensé perdiendo la paciencia
— No Marizza, no debo ni debía hacerle algo, —miro a Mia— tampoco debía decirle algo.
— Pero... —alcance a decir.
— No. —me interrumpió y cerré la boca soltando aire con la nariz al volver a ver a Fernanda— Si hacía eso arruinaba la apuesta, que Fernanda haga lo que quiera, —la observé con sorpresa— total hasta una apuesta es más importante que ella.
Sonreí, Pilar era la más tranquila, ademas de paciente, de las tres y por eso la admiraba. Yo por el contrario no lo era, si había alguna cosa que me molestará no tenía pelos en la lengua y lo decía sin importar nada aunque hubiera consecuencias. Cada día me sorprendo a mí misma de seguir con esta apuesta, de no haberla arruinado. Los días no sé me hacen fácil, acostumbrarse a actuar de una forma distinta a como soles actuar te confunde un poco pero las tres lo estamos logrando.
— Ay, —chillo Mia— se me rompió una u... —le tape la boca antes de llamar la atención y quedarme sorda.
Mia se acostumbraba a su ritmo...ella antes de la apuesta solía quejarse de todo o más bien de lo que le importa, ahora era una muestra de lo chillona que podía ser.
Me sacó la mano de su boca e hizo un gesto de asco.
— Que asco Marizza, me tapaste la boca gusto cuando la tenía abierta.
— De que te quejas... Sí mí mano está saladita. —lamí mí otra mano y de vuelta repitió el gesto.
— Ordinaria.
— ¿Cuando fue la última vez que te lavaste las manos Marizza? —me miró Pilar y sonreí.
— Sabes que no recuerdo .—fingí credibilidad y miré de reojo a Mia.
¿Va a vomitar?
Se había tapado la boca y ligeramente se escuchaba el ruido de arcadas de parte de ella.
Ay mierda
Corrimos por los pasillos en busca del baño pero al pasar en frente de nuestra aula nos topamos con la profesora Hilda.
— Justo a tiempo para la clase de historia. —sonrió y nos dio una mirada para que entraramos al aula.
Mia logro controlar sus arcadas y al entrar nos separamos para ir a nuestros asientos.
Antes de sentarme vi como la puerta del aula se habría apareciendo Pablo, Tomas y Manuel. Éste último tenía cara de irritación al escuchar a sus amigos hablarle al mismo tiempo de temas diferentes y al observarme mostro todo su desinterés en mí en unos pocos segundos.
Aparté la vista y me senté.
Pelotudo
Él se sentó al lado mío y solo conservó la vista hacia delante como sino existiera.
Rodé los ojos y al hacerlo pararon en Pablo.
Él ya estaba sentado en su lugar, apoyaba un lado de su cara en su mano derecha y miraba con aburrimiento al frente, seguro no prestaba atención a lo que decía la profesora y solo estaba absorto en sus pensamientos.
Sin dejar de mirarlo de a poco fui recordando el momento en que tuvimos los dos en el pasillo. Recordaba lo enojada que estaba por el pelotudo de Manuel y cómo Pablo me freno en el pasillo para hablar, también recordaba lo cortante que estaba hablando con él solo por estar de malhumor sin que sea su culpa. Al principio lo habían notado nervioso, suelo intimidar a la gente y mas sino estoy de humor, pero él no me conocía como en realidad soy entonces cuando balbuceo me olvide que era una "nerd", que él era un "popular" y que no había ninguna razón para que me hable a menos que no tenga este ridículo disfraz.
Su segundo intento para hablarme me sorprendió, nadie cuando no estaba de humor insistía con hablar conmigo a menos que sea importante. Al girarme esa segunda vez mis ojos se quedaron atrapados en sus ojos celeste por segundos pero cuando había vuelto a la realidad no me había dicho nada y pensé que me estaba jodiendo entonces intente irme, pero como lo sospeche en el tercer intento no hizo falta que me llame para que me gire.
Esta vez se lo notaba más decidido con lo que iba a decirme. Sus palabras sonaron para mí sinceras, con un poco de melancolía. Se mostraba comprensivo como si me entendiera lo que me pasaba y no pude evitar no escucharlo hablar.
De a poco el recuerdo se volvió mas rápido. Las sonrisas, el acercamiento, las miradas, no tenia ni idea de que había pasado después de escucharlo decir que mandemos a todos a la mierda juntos, pero de lo que tenia idea era que él sintió el peso de mí mirada y me acababa de sonreír al mirarme, a lo que intuitivamente giro la cabeza y de reojo veo que me sigue observando con una sonrisa.
Volviendo la vista al frente, aun sintiendo la mirada de Pablo y su sonrisa, no pude evitar sonreír.
Parte final buh.
Este capitulo si que costo al principio, pero de a poco lo termine.
Espero que les haya gustado la maratón y si es así házmelo saber apretando la estrellita en los capítulos.
Los quiero, muak.
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La Apuesta: Rebelde Way [Cancelada]
Novela Juvenil2 grupos de amigos. 2 apuestas distintas que cumplir. ¿Podrán lograrlas? ¿Se arrepentirán de hacerlas?