La seguridad del Heredero.

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T/n gruñó.

<<Tengo que pensar seriamente antes de hablar, y ver quién carajos se sube a mi taxi...>>

Miró mal al "Príncipe" que azotó la puerta del taxi y se apresuró a hacer lo mismo para alcanzarlo.

—Oye...— rodeó el taxi para acercarse — no azotes la puerta de mi taxi... No es mi culpa que no aguantes las cosas como son.

Aidan se apresuró a salir antes de que las cosas fueran mal.  Más mal de lo que ya iban.

—Oigan... – trató de intervenir.

—¡No tienes idea de con quién estás hablando...! — Apolo le dio un manotazo.

—Claro que sí. El niño rico nacido en una maldita cuna de oro que sólo gasta los recursos del pueblo para su maldito beneficio.

<<Y aquí vamos otra vez..>>

—Ya basta...— dijo el Principie Aidan.

—¡Tu cállate...! — lo miraron hablando al unísono.

—No todo en la realeza es como lo piensan las personas como tú, que tienen que andar llevando y trayendo a desconocidos en su carro... ¿Quien sabe? Y te puedes llevar a un maldito violador. — dijo el rubio.

T/n sonrió secamente, ¿A cuántas personas de contratos no había asesinado en el taxi...? Y si ese niño rico supiera donde ponía su trasero le encantaría saber que cara pondría.

Pensó en varias maneras de matarlo y que nadie se diera cuenta. Que jamás encontraran su cuerpo. Pero su primo estaba ahí y él no le había hecho nada. Lo que sería un gran problema porque ella no podía tocarlo sin razón alguna. Esperaba que volviera a abrir la boca y su puño le dejaría la cara morada. Sólo esperaba que hablara otra vez.

—¿Acaso te da miedo esa idea? —encaró una ceja.

La tranquilidad con la que esa mujer le respondía solo hacía que el rubio perdiera los estribos, era como si se burlara abiertamente de él.

—¿Miedo? ¿Yo? Más bien tú eres la que tiene miedo. Pero al final de cuentas no tienes de otra ¿O si? No es mi culpa que seas una pobretona... —T/n levantó las cejas.

–¿Y esas son las palabras de un príncipe? Es un alivio que el heredero a la corona sea tu primo y no tu porque llevarías esta nación a la desgracia.

–Si yo quiero puedo hacer que te retractes de tus palabras, maldita pueblerina.

T/n sonrió de nuevo levantando la mano.

—¡Ya vasta Apolo...!

Pequeñas y diminutas gotas de sangre salpicaron el traje del heredero a la corona en cuanto el puño de la joven impactó en su rostro. Ni siquiera había hecho falta tomar impulso para hacerlo caer al suelo de un sentón. T/n abrió los ojos de más al darse cuenta de lo que había hecho. Se apresuró a acercarse y ponerse a su altura. Sujetó la mandíbula del castaño con delicadeza levantándola un poco para ver el golpe. Enchuecó ligeramente los labios al darse cuenta de lo que había hecho.

— ¿Está bien? No era mi intención darle. Planeaba darle a su primo.

—No bueno, mínimo es sincera. —atacó el rubio.

Aidan lo ignoró por completo.

Una enorme descarga de adrenalina recorrió sus cuerpos apenas sus pieles se tocaron. T/n evitó sacudirse en ese momento tras el estremecimiento que recorrió toda su espina dorsal. Cómo en las películas de romance que tanto le gustaban a Brisa.

Protegiendo a la corona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora