Por favor... No mueras...

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T/n regresó la mirada a el denso bosque que los rodeaba. Respiró con lentitud. Trató de relajar su cuerpo, pero las llamadas "mariposas en el estómago" revoloteaban con fuerza.

<<Vamos por un vaso de agua y las ahogamos.>>

Esa es una buena idea.

T/n se volvió a alertar cuando sintió al castaño a su lado. Sintió el leve peso en su hombro cuando recargó su cabeza en él, dejó de respirar en ese momento cuestionándose por que dejaba que hiciera aquello.

La mano tibia de Aidan sujetó la de T/n y con nerviosismo, entrelazó sus dedos con algo de torpeza.

-Nunca debí dejarte ir... - murmuró - Se que este no es el mejor momento. Pero si no lo hago ahora jamás podré hacerlo... - levantó la mano de T/n y la llevó a sus labios para besarle los nudillos. -Eres lo que más amo en este mundo...

Los latidos de T/n volvieron a desbocarse, pero esa vez, no le interesó en lo más mínimo que Aidan pudiera notarlo.

-Y se que también me sigues amando.

Usualmente, T/n hubiera girado los ojos y pensado que era exasperantemente arrogante, pero la forma en que Aidan lo había dicho, era sincera.

—No planeo presionarte... Jamás lo haría...

T/n giró su rostro para verlo. Aidan se reincorporó sonriendo de lado.

-Relájate, Cero. No haré algo para lastimarte o disgustarte.

T/n pensó que Aidan no entendía lo que sentía. No estaba tensa con él, si no por todos los pensamientos que habían inundado su mente. Porque ya tenía planeado lo que iba a hacer.

Asintió despacio con la cabeza. Si había una persona con la que ella podía sentirse completamente a salvo, esa era Aidan Gallagher. No importa si era exasperante o irritante, incluso egolatra, él siempre le había dado seguridad. Contaba con que Cinco también la iba a cuidar, siempre había sido así. Eran la misma persona, pero diferentes maneras de pensar. Se sentía segura, porque confiaba en él. De varías maneras...

-Aidan... -murmuró de una manera casi inaudible.

Él se acercó a ella para poder escuchar.

-No quiero que te cases con Valentina...



Apolo apretó los labios. Nunca le había gustado la oscuridad, desde pequeño le había dado miedo. Eso era lo único que veía y de lo que estaba rodeado. No se refería literalmente a que todo estuviera oscuro, era la vibra que emanaba la situación.

El cielo estaba nublado, amenazando con llover en cualquier momento. El viento frío no hacía más que ponerle los vellos de punta. Odiaba esa sensación. Pudo ver el distante reflejo en la ventana, su cabello rubio ya había crecido, ahora los cabellos dorados le caían a los costados de la cara. En la parte de la nuca también ya le había crecido el cabello.

Recordó la última vez que lo habían cortado. Lauren, su tía, había cortado su cabello con delicadeza, aún podía recordar la manera en cómo sus suaves manos sujetaba y cortaban perfectamente su cabello. Su pecho se encogió al recordarla. Lauren lo había criado como a su propio hijo después de que su padre lo abandonara con sus tíos y primo. Aunque en ese momento no lo entendió, ahora, en el presente, lo agradecía infinitamente.

Los Gallagher le habían salvado la vida, le habían enseñado que valía la pena seguir adelante y aunque en ocasiones se escondía detrás de una fachada de niño insolente, siempre había estado agradecido con sus tíos. Sus verdaderos padres. Su verdadera familia. Suspiró girando en sus talones y dejándose caer en la cama que estaba en la habitación donde lo habían encerrado. Después de todo lo que había pasado en ese lugar, comenzó a cuestionarse si había hecho bien al dejar capturarse para que los demás pudieran regresar a salvo.

Protegiendo a la corona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora