Déjame matarla.

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Cinco se preparó y caminó con cuidado de no ser visto por la parte de atrás del castillo, agradecía que se hubiera criado en aquel lugar, conocía todo el castillo como la palma de su mano. Se subió por uno de los tubos en la parte de tras y fue trepando apoyándose de las grietas y piedras algo deformes del muro hasta llegar al techo.

Divisó al soldado que estaba apuntando a la parte de abajo. Se aseguró de no ser descubierto por él y en un rápido movimiento le rompió el cuello, lo lanzó hasta el suelo y vio a su primo apresurarse a tomar el arma y ponerse en el lugar acordado el día que Aidan le enseño a disparar.

— Muy fácil... — miró por los lados hasta encontrarse el ducto de ventilación.

Recorrió algunos metros dentro del mismo hasta lograr quitar la tapa de uno de los ductos que daba a la oficina de su padre, tras asegurarse de que no había nadie, bajó con cuidado y con ayuda del escritorio.

<<¿A dónde los habían llevado?>>

Su vista recayó en un pedazo de papel mal escrito con la caligrafía de su padre, se acercó para verlo sin tocarlo leyendo las palabras.

"Gran salón..."

Suspiró y caminó en dirección a la puerta. Las cosas estaban más raras y complicadas de lo que él había pensado. ¿Porqué la seguridad del castillo había caído con tanta facilidad?

Todo eso apenas había pasado en el transcurso de una hora.

Hasta el final del pasillo había dos soldados que tenían las armas cargadas y listas para disparar. La primera idea de Aidan fue llegar hasta el gran salón con el dialogo.

Quería evitar lo más posible la muerte de compañeros de otras agencias.

Cómo eres ingenuo...

— Buenos días caballeros... — ambos se voltearon apuntándolo con las armas — Por favor... — giró los ojos con un suspiro cansado — No seamos agresivos...

Cuando supo que iban a disparar, esquivó la dirección de la bala.

<<Bien, el plan A se fue al carajo, tu turno Cinco.>>

Tiró de una de los soldados utilizándolo como escudo humano sintiendo como su cuerpo se retorcía al recibir las balas. Al final lo soltó dejándolo caer al suelo y acercándose al otro soldado que luchaba por volver a cargar el arma.

— Te dije que no nos pusieramos agrecivos... — lo miró mal.

En un momento de pánico, el soldado lo apuntó con su pistola, sin embargo, en menos de tres segundos Cinco ya le había quitado el cañón y cartucho.

—Muy lento — se encogió de hombros y le dió un puñetazo para dejarlo inconsciente.

Bufó acomodándose los puños de la camisa y el saco pasando sobre el cuerpo del soldado inconsciente. Antes de alejarse, tomó uno de los cuchillos en el cinturón del soldado y siguió adelante.

Matar a "Inocentes" o soldados que solamente hacían su trabajo no era algo de lo que Aidan, bajo en seudónimo de Número Cinco, se sintiera orgulloso. Estaba matando a soldados que tenían el mismo propósito que él y su agencia. Se dijo a si mismo que quien estuviera detrás de todo aquello realmente era brillante. Hacerlo desde las sombras y dejar que los soldados murieran como si de peones en un un tablero de ajedrez se tratara había sido muy inteligente de su parte.

Miró por un segundo los múltiples cadáveres que había dejado en el suelo, no, esa ya no era la vida que quería... Ya no quería seguir siendo participe y emisario de la muerte. Esa vida era una la cual ya no quería, no quería seguir en un mundo lleno de sufriendo, peligros, y venganzas. Él simplemente quería...

Protegiendo a la corona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora