Epílogo.

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El tiempo sana las heridas...

Eso es lo que muchos dijeron al enterarse de la pérdida del Rey Aidan.

Ellos no tenían ni un carajo de idea sobre lo que hablaban. No tenían ni un carajo de ida sobre cómo se sentía estar muerto en vida. Despertar con los ojos llenos de lágrimas tras un hermoso sueño cruel, donde la veía sonreír y susurrarle lo mucho que lo amaba.

No había nada más cruel que una mente renuente a dejar ir al amor de su vida.

Los primeros años para Aidan fueron una condena, todas y cada una de las noches soñaba con ella. Le lloraba y se culpaba por lo que había pasado. No había un solo momento en el que su cuerpo derramando sangre no apareciera en su mente. La única persona que había amado en el mundo, ya no estaba. Se había ido. Le había abandonado.

Al regresar a Inglaterra todo había cambiado.

Aidan, había aceptado la corona, no teniendo otro propósito que seguir, se encerró en todas las actividades que un Rey debía llevar acabo. Y como era de esperarse, fue un Rey ejemplar, muchos dicen que incluso mejor que su padre.

Su actividad en el mundo de las sombras aumentó, buscando con vana esperanza la muerte. Los antiguos Reyes estaban consternados y preocupados por el comportamiento de su hijo.

Se había vuelto cerrado, cruel, inhumano, y manipulador. Nunca recibía visitas y frente a la cámara lucia una enorme sonrisa.

Todo el mundo comenzaba a seguir con su vida...

Todos menos él...

Pero, ¿Cómo puedes seguir tu vida si la has perdido?

Apolo corría detrás de su primo salvándole la vida en incontables veces. Las cosas entre ellos nunca volvieron a ser igual.

A pesar de que Apolo sabía que había matado a T/n, Aidan nunca se lo hecho en cara. Se decía que fue su culpa no obligarla a quedarse en casa y dejar que él se encargara de las cosas.

Esperaba que con el paso de los días que se convirtieron en semanas, meses y años, hicieran que el dolor se esfumara. Que se volviera un simple recuerdo. Sin embargo, una parte de él, la que era una masoquista de mierda, tenía miedo de que eso pasara, sanar significaba olvidar y él no deseaba olvidar a la primer mujer de su vida.

Nunca volvió a abrirse a nadie como lo había hecho con T/n. Nunca volvió a querer ni a tocar a otra mujer.

Cumplió su promesa de amarla, aún así la muerte los separara.

El dolor era la prueba contundente de que T/n Salvatore había existido. Que había dejado un enorme vacío en todas las personas que la conocieron.

Que ella había sido la persona que había cumplido con su misión, más de lo que le tocaba.

Ella había estado Protegido a la corona.

Protegiendo a la corona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora