Un contrato para la niñera.

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T/n gruñó dejandose caer en el suelo una vez cerró con seguro la puerta de la habitación, estaba cansada y la sangre se esparcía por la ropa.

– T/n... – los golpes insistentes en la puerta la hicieron volver a gruñir – ¿Estás bien? ¿Te lastimaron?

– Estoy... ¡Bien! – se quejó al sacar la bala de su abdomen con las pinzas delgadas que saco del cajón, ahora en el suelo.

Aidan al otro lado de la puerta se preocupó al escuchar las cosas caer.

– Llamaré a un médico. – tragó duro.

De nuevo habían tenido un taque en contra del Principe, vio por primera vez a su niñera disparar un arma con tanta efectividad, sin embargo, en un descuido del castaño, le habían disparado. Hasta ahora, había disimulado perfectamente la herida frente a los demás, pero le preocupaba a Aidan que algo le hubiera pasado realmente.

– Ya te dije estoy bien, vete... – la escuchó de otro lado.

– No creo que...

– Si no te vas te juro que te doy una patada en el culo Gallagher.

– ¿Le llegó la regla? – Apolo frunció el entrecejo mientras miraba a su primo.

– ¿Qué? – Aidan parpadeó varias veces.

– La regla, esa etapa donde las mujeres sangran y ovulan.

Apolo giró los ojos al ver la total falta de conocimiento biológico de su primo.

– No seas idiota. – Aidan lo empujó.

– ¿Entonces? – se cruzó de brazos.

– La verdad no lo se.

– ¡Los estoy escuchando! – Apolo retrocedió unos pasos, creía que T/n era una especie de Superwoman que atravesaría la puerta con un puño y la lanzaría en su dirección. – Váyanse de aqui.

– Bueno... – Apolo sujetó a su primo del hombro – Ya escuchaste al gorila, vamos.

Aidan gruñó una última vez antes de irse con su primo.

Del otro lado de la puerta, T/n se encontraba suturando la herida con los dientes apretados y la respiración trabajosa. Gruñó volviendo a acomodar el espejo que le ayudaba a suturar. Después de lo que parecieron horas -cuando realmente fueron minutos- se puso un parche y al final vendó su dorso.

Al salir fue directamente a la oficina del Rey, una vez que estuvo adentro miró con cierto recelo al Rey en su escritorio.

– ¿Cuándo se lo va a decir? – el Rey la miró por unos segundos evaluando su actitud.

– ¿Decirle que exactamente? — entrelazó sus dedos encima del escritorio dejando de hacer lo que estaba haciendo.

– Decirle que le quieren muerto. – gruñó.

– No puedo hacerlo, T/n – suspiró negando con la cabeza – no puedo decirle que le estan cazando, no se como va a reaccionar.

–Es mas peligroso el hecho de que no lo sepa. – golpeó la mesa molesta – No sabemos a que nos enfrentamos, toda mi agencia esta detrás de él, no soy una super soldado o lo que crea que soy, no voy a aguantar mas tiempo y nos van a matar a ambos. Merece saber que le quieren matar, tal vez el tenga mas idea que nosotros sobre quien lo quiere muerto.

–No voy a arriesgar a mi hijo, es mi ultima palabra. – T/n se enderezó molesta.

– En ese caso váyase el infierno... — salió de su oficina dando un portazo.

Protegiendo a la corona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora