Una traición amorosa.

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—Tus heridas sanaron con éxito.

T/n agitó los hombros quitándole importancia.

—¿Ya puedo entrenar?

Isabelle suspiró.

—Lo más óptimo es que guardes reposo un poco más. No le exijas tanto a tu cuerpo que apenas se ha recuperado. No eres una máquina.

—Ya han pasado tres días que estoy fuera de servicio.

—Y mañana serán cuatro.

T/n la miró con antipatía.

—Comediante me salió la chica.

Isabelle sonrió divertida.

—Hablo en serio. Eres la mejor agente a nivel mundial. Date un respiro.

—¿Ya puedo largarme?

Isabelle enchuecó el gesto haciéndose a un lado para dejarla pasar.

A T/n no le gustaba en lo absoluto tener que guardar reposo como tanto la pelinegra se lo pedía. Isabelle le había dicho que era para que pudiera hacer que su cuerpo descansara después de todos los acontecimientos ocurridos desde que habían regresado a Inglaterra. Pero T/n ni pensaba de la misma forma. Sabrá Dios que tanto le habían metido en el cuerpo para que no muriera tras el enfrentamiento con Apolo. Ahora tenía un pedazo de metal que ayudaba a su clavícula, T/n pensó que sería mucho más fácil suturar y ya. No entendía por que tanto drama.

<<Te fracturaste la clavícula, demente.>>

T/n se dio un golpecito en la cíen. Bajo las piernas de la camilla y respiró hondo antes de bajar de la misma con un salto. Pasó a lado de Isabelle saliendo sin decir una palabra más. Se quedó en el pasillo que conducía a la sala donde percibió las voces de los más grandes. Apretó los labios girando en sus talones y alejándose del lugar. Por primera vez desde que toda esa locura había comenzado, se dijo que no quería saber nada. Prefería quedarse al margen, no quería más complicaciones que le saturaran de nuevo la cabeza.

Suficiente tenía ya con pensar lo que tendría que hacer con Apolo y como matar a Iván como para lidiar con el drama de la muerte de uno de los Potts. Llegó al gimnasio de la casa de Ben y miró a su alrededor. Suspiró quitándose la chamarra para quedar en una blusa ceñida de tirantes color vino y caminó a la barra comenzando a estirar los brazos. Arrugó el brazo al sentir un dolor agudo en la clavícula. Ese metal que ahora era parte de su esqueleto le resultaba incómodo y doloroso. A pesar de eso decidió ignorarlo para seguir estirando las piernas antes de tomar la barra y hacer calistenia.

Respiró hondo antes de saltar para alcanzar la barra. Arrugó de nuevo el gesto obligándose a subir. Su mente agobiada era un torbellino en ese instante. Millones de pensamientos gritaban en su cabeza, uno más caótico que el anterior. Todos tenían razón en ello en común.

Había sido su culpa.

Todo aquello estaba pasando solo por su entera y total culpa. Habían atrapado a Apolo porque había sido incapaz de terminar lazos definitivos con los Gallagher. Si ella hubiera cumplido su palabra de alejarse de ellos apenas todo hubiera terminado, nada de eso pasaría. Ninguno de los dos habría ido por ella si fuera centrada como desde el inicio.

A raíz de que había conocido a esos dos mocosos, había olvidado por completo la regla de no mezclar lo personal con lo laboral. Ahora pagaba el precio.

De igual forma se dijo que el insoportable pelinegro que siempre traía cara de culo de Nicolás tenía razón al decir que empeñas ella llegó a sus vidas solo rompían reglas y se ponían en constante peligro. Toda esa situación era el claro ejemplo.

Protegiendo a la corona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora