Capítulo 4

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Mis ojos se levantan tras un sonido infernal que no deja de sonar, me giro hacia la procedencia de dicho sonido y me doy cuenta de que es el móvil.

Apago la alarma que esta programada todos los días para las ocho de la mañana. El sueño amenaza con ganar para quedarme en la cama, pero no puedo permitirlo. Tengo muchas cosas que hacer hoy.

Me levanto a mi ritmo, voy a la cocina para tomar un bol de cereales mientras aprovecho para escribir a Lulú de que iré a comer a su casa después de las clases en la universidad. Una vez que he mandado el mensaje y que ya he terminado de desayunar, friego todo y reviso que la cocina este limpia.

Llego a mi armario, y decido ponerme algo sencillo para ir a la universidad. Tampoco es que tenga mucha variedad que escoger, pero no tengo ganas de salir de casa, así que opto por un vaquero, sudadera y zapatillas.

Reviso que tengo todos los apuntes que necesito para el día de hoy en clase, cuando veo que lo tengo todo, alzo mi bolso a mi hombro y salgo de casa.

Cojo mis cascos, los cuales los conecto a mi móvil y le doy a la música que tengo descargada.

El trayecto de mi casa a la universidad se me hace muy corto hoy. Pues solo me centro en la música y en el movimiento de mis piernas que me hacen llegar hasta mi destino.

Veo la hora en el teléfono y me doy cuenta de que son las 9:20, hoy llego de sobra a clase. Entro en la universidad y me dirijo a la clase que me corresponde, hoy me toca a primera Producción. No es una asignatura que me entusiasme, pero no siempre se estudia lo que uno quiere.

Me siento en segunda fila, y me dedico el tiempo restante antes de que comience la clase a sacar mis cosas. Mis compañeros comienzan a entrar en clase y cada uno se sienta en el mismo sitio.

Aquí todo el mundo se sienta por grupos de amigos, pero hay una excepción y esa soy yo. Quien se sienta en una fila con un grupo de gente, pero no abre la boca para hablarles.

El profesor llega y todo el mundo se calla para atender la clase.

La mañana transcurre tranquila dentro de lo que cabe, cada hora y media trasladándome a otra aula para dar la siguiente asignatura. Cuando acaba mi última hora, decido ir a la administración antes de ir a casa de Lulú.

Una vez que llego allí, veo a una mujer sentada detrás de una mesa, mirando fijamente su ordenador. Doy unos pasos para acercarme más a su puesto, y en cuanto me escucha, alza su mirada para verme. Y es en ese momento donde puedo reconocerla, es la chica que me ayuda con el tema de la beca y todo lo que necesito hacer.

—Blair, querida. ¿Qué tal?

—Muy bien y tu.

—Cansada, pero aquí estamos. ¿Pasa algo?

—Me gustaría saber como funciona el tema de las prácticas. Porque me gustaría inscribirme en ese programa, además de que me ha parecido leer en uno de los folletos de la universidad que si hago prácticas se me quitan asignaturas al igual que su precio.

—En efecto. Si consigues prácticas en alguna empresa, se te quitan asignaturas, pero dada tu situación siento comunicarte que tú si que tendrías que seguir pagando las tasas correspondientes.

—¿Dada mi situación? — pregunto sin entender nada.

—Eres la alumna más becada de la universidad. No se te permite una rebaja aun más de tus tasas actuales.

No puedo evitar poner una cara de frustración, pues las cosas no me salen como siempre. Y por lo que observo al alzar mi vista, mi cara lo dice todo, pues la mujer me mira con cara de pena. Y no me gusta dar pena.

Placer OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora