Capítulo 3

16.5K 1.2K 15
                                        

Ando por las calles de Londres, con mis cascos puestos escuchando música para poder evadirme de la cruda realidad. El día de hoy ha sido uno intenso de sentimientos y de vueltas a mi pasado oscuro. Pero no pienso volver a caer en esa oscuridad la cual me han arrastrado mis padres durante toda mi infancia.

Comienzo a ver las luces y me voy conectando a esta realidad, con cada paso que doy puedo ver a Tony como todas las noches.

—¿Qué tal el día? — me pregunta.

A pesar de tener un aspecto físico de un tío duro, borde y todos esos adjetivos que la gente precalifica a los guardas y porteros de este tipo de lugares. Es un amor de hombre, siempre esta atento de que este a gusto, en algunos shows cuando ve que un hombre tiene intención de tocarme o de acercarse a mi, él es el primero que viene corriendo en mi ayuda.

A pesar de que sea una de las normas del lugar, y que se aplica a todo el mundo. El conoce exactamente lo incomoda que estoy cuando un hombre desconocido me toca porque se la suda las normas o incluso cuando invaden mi espacio personal.

No sabe mi historia al completo, pero debe de hacerse una idea, porque siempre esta cuidando de mi, todas las noches. Y por eso lo considero como un amigo.

—Anda, te acompaño y me cuentas que ha pasado. Que a mi no me engañas. — me dice sin ni si quiera haberle respondido a la pregunta, pues me conoce lo suficiente.

Se gira para permitirme pasar a dentro, y según entro, espero a que cierre la puerta de entrada para encaminarnos los dos hacia los vestuarios.

—Cuéntame, no te guardes las cosas que te pasan. Porque se te va a hacer bola Blair, tienes que aprender a confiar en los demás.

—No es nada grave, solo que ha sido un día duro. —contesto sin poder mirarle a los ojos y mentirle en la cara.

Aunque realmente no le estoy mintiendo, porque efectivamente ha sido un día difícil. Y lo de grave, depende del punto de vista desde donde lo veamos.

—Si no me lo quieres contar, te entiendo. Pero sabes que Lulú y yo estamos aquí para cualquier cosa.

Y según dice eso no puedo evitar pararme para mirarle y automáticamente abrazarle.

El día de hoy se resume en una sola palabra. Mierda. Y en este tipo de días solo necesito una cosa en todo el mundo, y es que alguien me abrace para poder calmarme. Es un acto que me transmite la sensación de que no estoy sola.

Intento contener las lágrimas que peligrosamente amenazan de salir de mis ojos. Cuando consigo calmarme, me suelto de su agarre y le miro.

—Gracias. — le agradezco sonriente.

—No tienes que agradecerme nada, pequeña. —mira el reloj de su muñeca— Anda vete corriendo que vas a llegar tarde.

Me fijo en la hora y veo que tiene razón, me despido y camino rápidamente hacia los vestuarios. Cuando llego, puedo ver algunas de mis compañeras, unas me miran mal, otras ni si quiera se inmutan de mi presencia. Para que luego digan que aquí todas son súper majas.

Mentira, hay muy pocas que son buenas personas.

—¿Blair llegando tarde? Que te ha pasado bebe— comenta Mila una vez que llego a nuestra zona.

—Se me hizo tarde. — respondo abriendo mi taquilla.

Veo el conjunto que tengo y me lo pongo sin rechistar. Aquí no tenemos opción a poder elegir que queremos o no, ponernos. Directamente nos lo ponen en las taquillas, aunque se supone que es nuestro y que nadie puede abrirlo sin nuestro consentimiento. Todas confiamos en Lulú cuando las abre y escoge las prendas para cada una.

Placer OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora