Capítulo 18

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Alexander

Poso el cigarro que llevo entre mis dedos en mi boca, permitiendo llenar mis pulmones con el tabaco en un intento de calmarme.

Odio este tipo de situaciones. Sentado y callado, escuchando como discuten a mi alrededor como unos completos animales salvajes.

A este ser vivo hay que educarle a tu semejanza, tienen que saborear la libertad y cuando creen que están en el primer nivel de la cadena alimenticia. Es en ese momento cuando hay que someterles bajo sumisión.

La sumisión y el control es un pilar fundamental de cualquier organización, el rebaño no puede acampar por sus anchas, tiene que haber un lobo que genere miedo y respeto.

Y ese soy yo, podre ser el horrible lobo feroz del cuento, pero me da igual la opinión de unos mierdas. Yo mando, yo controlo, yo dirijo. Yo soy quien esta en lo más alto de la cadena alimenticia, y nadie estará por encima de mí.

Retiro el cigarro de mis labios, para expulsarlo por la boca formando una pequeña nube de humo a mi alrededor.

Todavía escucho un murmullo de las personas discutiendo, pero no le doy la más mínima importancia.

Me incorporo un poco de mi silla, para acerarme al cenicero y presionar el cigarro sobre él y así poder apagarlo.

Vuelvo a la misma posición de antes y me preparo para la gran entrada, no sin antes llevar la copa que hay a un lado mío a mi boca. Permito que el whisky baje por mi garganta quemándome un poco a su paso.

Una vez que siento mi garganta ya aclarada con el trago que acabo de tomar, me dispongo a terminar con esta falsa cuanto antes.

Mis piernas se mueven automáticamente y en cuanto menos me los espero muevo la silla hacia atrás y poso mis manos al borde de la mesa.

Alzo la vista, mis ojos rodean toda la sala y no hay ni una sola persona que no este mirando hacia mí, todos están sumergidos totalmente en sumisión. Nadie desvía la mirada, nadie habla, nadie susurra, nadie murmura.

Tengo todo el control bajo mi mando.

—Creo que llevo demasiado tiempo, escuchando gilipolleces desde su boca. Si quieren matarse entre ustedes háganlo fuera ¡Pero no en mi territorio! No voy a permitir que nadie se ría de mi, así que lo preguntaré una sola vez. ¡Quién cojones se encargaba de que el cargamento llegase a puerto!

En una sincronización completa las miradas se desvían a un único individuo en la sala, el culpable.

—Señor Black...— le miro fijamente y no vuelve a abrir la boca.

Comienzo a destellar el miedo que corre por su cuerpo, mi mirada se desvía a mis dos guardaespaldas y ambos saben que hacer.

Se posan detrás de él y le sacan de su asiento arrastrándole por el suelo hasta ponerle de rodillas ante mis pies, me giro y me llevo la copa en mi mano, para así darle un trago.

Son estos momentos de terror los cuales hay que saborear al máximo.

—Me has costado millones ¿a caso crees que te voy a dar la oportunidad de fallarme una vez más?

Boom.

Después de ese sonido ocasionado por el disparo de uno de mis guardaespaldas, el cuerpo sin vida cae golpeándose con el suelo.

En otras circunstancias, no le hubiese permitido disfrutar de una muerte rápida y sin dolor, pero tengo muchas cosas que hacer y mucho dinero que recuperar.

—Que les sirva de lección a todos ustedes caballeros. Un error y les aseguro de que desearán no haber nacido. ¡No les quiero ver! ¡Lárguense!

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