-¿Qué? -murmura él.
-Por favor, Harry -le digo echándome hacia atrás. -No estoy para repetir las cosas. Así que escúchame. -camino hacia el pero ahora guardo las distancias. -No eres el único que sufre.
-¡Jamás he dicho eso, Erin! -me grita llevándose las manos a la cabeza. El silencio aquí es infernal, y la broza que corre está haciendo todo más difícil. -Por dios, no lo sabia. ¡No lo sabía!
Está alterado. Y yo también. Su pecho sube y baja tanto rápido como el mío y mis manos forman puños que se están volviendo blancos de la furia.
-Obvio que no, ¡si lo único que haces es pensar en ti! -grito. De verdad, no sé qué significa esto. Jamás he pensado algo así de Harry, pero no puedo retractarme.
-No lo dices en serio... -susurra el mirándome. -Solo estás diciendo eso porque estas furiosa... Al igual que yo.
-¡No te atrevas a interpretar cómo estoy! -grito de repente.
-Erin, debes calmarte...
-Qué irónico, ¿no? -digo riéndome como una loca. El inclina la cabeza con las cejas fruncidas. -Se suponía que yo venía a decirte eso, Harry.
El suspira mordiéndose el labio y lanza una patada al aire. Se pone de cuclillas unos segundos y luego se levanta rápidamente. Me mira a los ojos.
-Ven. -dice. Enarco una ceja y el toma mis codos par atraerme a el. Yo los muevo tratando de zafarme pero el está haciendo presión para que no me suelte. -Vamos, Erin.
-No -digo de manera entre cortada por el movimiento. -Suéltame, Harry. -le ordenó alzando la mirada. El me está mirando y no tiene ninguna expresión facial.
-No.
-¿No? -repito.
-No. -dice y una sonrisa comienza a surgir en su rostro apagado.
Me separo de el y el, inconscientemente, corre sus manos por mi ropa, sin tocar mi cuerpo, mantiene sus manos en ella.
-No te atrevas a reír en este momento... -le advierto y vuelvo a poner mi dedo en su pecho. Su sonrisa se acrecienta y empiezan a salir a flote los hoyuelos en su cara. -¡No te atrevas, Harold!
Y con eso, es suficiente para que explote.
-¿Cómo me dices que no ría si me llamas así? -me grita entre risas. Corro hacia él y me detiene agarrando mis muñecas. -No, Erin. Con la violencia no.
-Ja, Ja. -me burlo de el. -Suéltame. Estoy enojada contigo.
El me mira y me suelta de a poco. Bajo mis manos y me froto los codos con ellas. Harry se da cuenta y se acá de inmediato el abrigo, tapándome con el la espalda. El calor que ya trae es un alivio inmenso en mi espalda.
Pero me queda gigante.
Creo que el abrigo me lleva a los tobillos. Harry engancha mi brazo con el suyo y a pesar de mis prostesta a, no lo suelta. Antes de entrar a el recinto, el tira de la manga de su abrigo.
-No quiero entrar. -susurra mirando el suelo. Se ha apoyado en la pared de cemento pintada en blanco. La luz de la luna hace que su remera se vea un poco mas oscura de manera que puedo distinguirlo en la pared blanca.
-¿Por qué no?
-Ya te dije que no me gustan los hospitales y... Tengo miedo de lo que puedan decir. Sabes, -se despega de la pared y comienza a caminar en una cuerda floja imaginaria en el piso. -Siempre he encontrado tonto y muy malo por parte de los doctores aparecerse de la nada. Si aparecen frente a ti con una mirada triste, el resultado es obvio.
-Es su trabajo, Harry... -susurro tocándole el hombro. Es imposible que dure enojada con el, si bien jamás lo había estado, ahora se me es imposible. -Tienen que hacerlo.
-No voy a entrar, Erin. -me corta mirándome a los ojos.
Suspiro fuertemente y miro por la ventana grande del lugar. Lynn está sentada ahí mismo, con los codos apoyado en las rodillas y la cabeza escondida en sus manos. Vuelvo hacia Harry.
-Esperemos en el auto, pero envíale un mensaje a tu madre avisándole que estaremos ahí.
El asiente y empiezo a caminar hacia el auto nuevamente, pero ahora con el Harry de siempre a mi lado.
Estoy devuelta!! Este capítulo va para Isabel. Sé que estás enferma y ojalá que esto sea tu medicina. Gracias por leerme!
Besos,
Monse.
ESTÁS LEYENDO
Leave Me Speechless (h.s)
FanfictionEra que el que nunca decía nada. El que siempre estaba callado. El mudo de la clase. El mudo de la generación. El mudo de la adolescencia. El mudo del mundo. Era el chico tímido hasta que llegó alguien que lo sacó de ahí.