4.

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John estaba sentado en el recibidor usando su celular. Particularmente, hoy no había nadie en la pizzería, pero aunque lo hubiera, el estaría hasta acostado en el piso. 

-¿Algo para hoy? -pregunté. Me senté en el recibidor y le arrebaté el celular. Estaba abierto en Candy Crush.

-Hoy, mi queridísima Erin, tendrás que ir a hacer un despacho a una casa que queda en una dirección que cuesta decir. Y el pedido es: Pepperoni americana mitad Vegetariana.

Harry.

-Okay, me llamas si hay otro –le entregué su celular y le di una palmada en el pecho.

Monté mi bici otra vez, y me dirigí para allá. Soy la única chica que va en bici a dejar pizzas. La verdad es que me habían ofrecido un auto y dije que no. Prefería todo al aire libre. La sensación que el viento te entrega es incomparable.

Al cabo de unos 20 minutos, ya estaba en la entrada. El tipo ese me dejó entrar y recorrí el condominio.

En la primera casa, había un gran limonero y estuve apunto de bajarme para sacar uno pero luego me arrepentí.

Toqué la puerta y esta vez escuché algo de música. Se escuchaba Love Me Like You Do de Ellie Goulding pero, raramente, había una voz desconocida. Cuando estaba atenta para poner más atención, la puerta se abrió.

-Estuve pensando el los descuentos –murmuró el. Tenía el pelo peinado hacia atrás y estaba sonriendo.

-Haces una muy buena inversión, hombre –sonreí. Hoy tenía mi pelo suelto. –Pero debido a tu comentario de el otro día, no te haré un descuento.

Harry levantó las cejas y se echó a reír. Me extendió 10 dólares mirándome a los ojos.

-Entonces me temo que tendrás que aceptar estos –comenzó a menear el billete mientras sonreía. Llevaba una remera negra igual a la blanca del primer día, pero comenzaba a extrañar el blanco.

-Muy bien… -Tomé el billete sin dejar de mirar sus ojos verdes. Abrí los míos y los guardé dentro de mi chaqueta.

Le extendí la caja y el la tomó. Miró sus manos y sacó su anillo y volvió a ponérselo.

-¿Quieres pasar? –preguntó.

Levante mi dedo índice en señal de que esperara y saqué mi móvil para revisar si tenía alguna llamada y la verdad es que no tenía ninguna.  Eran las 13:28.

Le envié un texto a mi madre rápidamente copiando lo de siempre: “mamá, hoy no llegaré a comer. TQ”

-Está bien –murmuré.

 El se hizo a un lado dejándome pasar. Al entrar noté que era tan diferente como el exterior. Era una casa enorme, y parecía que había sido ordenada por un decorador y esas cosas. La mayoría de las cosas eran en blanco y negro a excepción de la escalera que estaba en una esquina que parecía ser de caoba.

-Tienes una casa increíble, Harry –espeté. Pero nadie respondió. Me voltee y no lo encontré. Desde mi lugar comencé a alargar la vista para poder encontrarlo hasta que escuché un ruido como de platos.

Debe de estar en la cocina.

Avancé por un pasillo ancho y a ambos lados de este habían cuadros donde aparecían varias personas. Todos los marcos eran negros. Divisé uno y encontré a Harry de pequeño. Tenía la misma cara de ahora.

Sonreí.

Llegué hasta la cocina y lo encontré partiendo la pizza. En el centro de la cocina, había un mesón gigante. La cocina era prácticamente del porte de mi living.

-Creo que tu cocina es del porte de un bunker para todo el mundo.

El río y meneo con la cabeza. Puso un trozo de la vegetariana en un plato blanco con diseños de flores tallados en el.

-Ya me conoces –le guiñé un ojo y el se encogió de hombros y se subió en un mueble y aun así, sus piernas estabas a punto de tocar el suelo. Era altísimo. Yo me apoyé en el mueble donde estaba el antes de modo que quedamos a unos 3 metros de distancia.

De repente me vino a la cabeza la imagen de su cuerpo mojado y su cara de tristeza y decepción.

-¿Puedo preguntarte algo?

El se encogió de hombros mientras comía un trozo de pizza. Dejé el mío a un lado y lo miré.

-¿Por qué el otro día esos chicos te hicieron eso? –pregunté diciendo “eso” para no intimidarlo o algo.

Noté que su cuerpo se estremecía y su pecho comenzó a subir y a bajar. Dejó su plato a un lado y se bajó de el mueble. Comenzó a caminar de un lado a otro con la mirada en el piso.

-No tenemos que hablar de eso ahora, Erin –murmuró.

-Si, hay que hacerlo, Harry. ¿Qué fue eso?

Levantó la vista y se pasó una mano por la alborotada cabellera.

-Los amigos de Zayn y el se han empeñado en que cada primer día me pase algo –dijo en voz baja. Se detuvo esperando mi reacción.

-¿Haz intentado acusarlo o algo?  -me voltee para mirarlo y es hizo lo mismo. Sus ojos estaban un poco cristalizados.

-¿Crees que no lo he intentado? –apoyó sus manos en la encimera y escondió la cabeza entre ellas –Convivo con el desde que tengo 10 años y hace lo mismo, si lo acuso ahora, lo único que conseguiré es acrecentar los hechos –suspiró –aparte, todos se dan cuenta y nadie ha hecho nada.

Me levanté y comencé a caminar hasta el. Harry sacó la cabeza de entre sus hombros y me vio. Se enderezó y se dio la vuelta para apoyarse de espaldas al gran congelador.

-Hasta ahora, eres la única persona que me ha hablado por gusto y no por obligación en 3 años –una pequeña sonrisa apareció en sus labios y luego desapareció –sin tener intenciones de molestar, claro.

-Harry, no puedes dejar que alguien llegue y comience a hacer tu vida una mierda –casi le grité. Odiaba a toda esa gente abusiva.

¿Por qué no se compran un muñeco vudú de si mismo así se entretiene y sufre consigo mismo?

-Antes de eso ya era una mierda, Erin. Solo la hecho un poco mas interesante.

Leave Me Speechless  (h.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora