A veces siento que existe sólo una nube negra en todo el cielo y que, casualmente, me sigue a mí.
— No es momento de pensar tonterías— me digo a mí misma con la poca fuerza que me queda después de haber corrido tanto. Mi larga cabellera rubia, al igual que todo el resto se mi cuerpo, está empapado en un pegajoso y molesto sudor que provoca que mi larga y blanca bata de dormir se amolde a mi cuerpo como si de una escultura me tratase.
Las trenzas que me había hecho antes de dormir están completamente desatadas; los nudos se han dispersado con el resto de mis pensamientos justo en el momento en el que mis pies descalzos se posaron sobre el húmedo pasto para poder salir de casa.
El rocío moja mi piel. El frío desenfrenado que normalmente se cola hasta mis entrañas ahora ya no soy capaz ni de sentirlo; quizás es mi respiración agitada, o la manera en la que mi pecho sube y baja una y otra vez por haber corrido bosque abajo hasta llegar al vecindario más próximo. La piel de mis pies choca con la acera con cada paso que doy, y a pesar de que las pequeñas piedritas esparcidas por la calle están comenzando a herirme, no soy capaz de sentir dolor.
Los árboles a mi alrededor se ven borrosos; como si fueran una simple fotografía que alguien tomó en medio del movimiento. Una simple imagen en mitad del caos.
Caos. Eso es exactamente lo que sucede en mi vida ahora; todo es un completo y desastroso caos.
Es decir, de todas formas, siempre fui un desastre. O al menos, así me lo hicieron saber más de una vez, pero ahora...ahora es algo más que eso. El desorden no lo he ocasionado yo, pero, de alguna manera, soy la única persona que lo puede arreglar.
Debía salir de allí antes de que todo termine aún peor; antes de que yo termine...
No lo quiero ni pensar.
La sangre corre por mi labio inferior. Puedo sentir el sabor a hierro que desprende de aquel líquido rojo que se congela con el frío. No me atrevo a mirar atrás porque sé que podría detenerme; y sé que no es momento para replantear mi vida. Ya había decidido, de todas maneras, que lo mejor sería escapar de ese lugar.
No puedo volver.
No debo volver jamás.
Los pensamientos me atormentan y yo sólo corro más rápido. No sé durante cuanto rato he estado corriendo; sólo sé todo lo que he dejado atrás. Todo eso que no estoy dispuesta a volver a presenciar jamás.
Intento aumentar la velocidad, pero mis pies no parecen ceder ante mis ganas. A lo lejos, puedo notar la avenida principal de aquel vacío vecindario aproximándose y sé que puede ser un golpe de suerte; cada vez estoy más cerca de la estación.
Una sólida masa choca de repente con mi cuerpo en movimiento en el momento en el que giro por la calle y sé de inmediato que estoy a punto de salir victoriosa o fracasar de manera magistral; cualquiera sea la respuesta, sé que no me agradará lo que está a punto de suceder.
Mi cuerpo de repente cae de espaldas al suelo y mis latidos ensordecedores aumentan. Me atrevo a subir la mirada solamente porque es lo único que me queda hacer a estas alturas; temo encontrarme con esa figura. Temo encontrarme de nuevo con aquella persona.
El hombre con el que choqué de manera torpe me observa con un ademán de preocupación. No es común ver chicas de mi edad corriendo en pijamas desesperadamente por la calle, y mucho menos cuando el reloj apenas marca las cinco de la madrugada.
— ¿Estás bien?—pregunta en voz intranquila. Yo niego con el rostro; estoy a punto de depositar toda la confianza que me queda en un completo extraño, y, de alguna manera, mi desesperación es tanta que ya ni siquiera me molesta.
Me pongo de pie. Dejo salir una respiración entrecortada. Sostengo la mirada de aquel sujeto como si quisiera hacerle saber todo lo que he sufrido en el último tiempo.
Yo abrazo mi congelado cuerpo para intentar tapar un poco mi figura del frío, y, finalmente, me atrevo a hablar.
— Mi nombre es Olivia Noboa— mi tono es tembloroso e inseguro, pero directo— y necesito ayuda.
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NIGHTED
Teen FictionNIGHTED: La reencarnación de la reina Mens Olivia Noboa tiene un talento innato para hacer de su pasado un misterio. No tiene amigos, familiares, y nadie sabe qué sucedió en la última casa de acogida en la que estuvo, lugar que la dejó con un trauma...