Capítulo 27.

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Toda esa información nueva estaba haciendo que cada vez me fuera más difícil comprender lo que sucedía alrededor de mí.

No quiero decir que hace unas semanas atrás tenía todo descubierto, porque no es así. Probablemente hay muchas cosas de los demonios que no conozco, y muchas cosas que nunca alcanzaré a conocer; sin embargo, creí que estaba por fin entendiendo lo que era Vince. En mi mente, un demonio poderoso, capaz de controlar los cuatro elementos, y que había vivido su vida de esa manera. Sin embargo, el hecho de que la madre de Vince fuera en realidad una humana me había tomado por sorpresa.

Ya había leído lo que la reina Mens era capaz de hacer en ese libro que me prestó Nikola. Sabía que una de las razones por las cuales era tan odiada y rechazada entre los dioses, era por la ayuda que les había brindado a los demonios. Sin embargo, nunca creí que Vince hubiera recibido esa ayuda en carne propia. No pensé, ni por un momento, que quizás el lazo que él tiene con Mens es más fuerte de lo que a mi me gustaría. 

Incluso si Marcus tuviera razón y Vince gustara de mí, no hay manera en la que él elegiría mi alma por sobre la de Mens. Sé que no debería estar pensando esto, pero me es imposible no hacerlo. Cada vez que pienso en las veces que Vince me besó o se atrevió a tocarme con esa sonrisa de que todo estaba bien, en realidad no lo estaba. Lo único que pienso es que, en el fondo, él siempre ha tenido la intención de asesinarme.

Lo peor es que ahora ellos van a compartir sus sospechas con toda una junta de demonios sedientos por tener a su reina de vuelta. Su universo completo va a saber que, quizás, yo soy Mens, y no hay nada que yo pueda hacer para detenerlo. 

¿Puedo culpar a Vince por no haber sido él quien acuda a mí para contármelo? No es que odie que sea Marcus; de alguna manera, él siempre intenta ponerle algo de humor a este mal rumbo que está tomando mi vida. Aún así, me hubiera gustado que aquellas palabras hubieran salido de la boca de Vince.

De todas maneras, sé que no puedo culparlo. La actitud de Vince estos últimos días es sólo el resultado de lo que yo elegí esa noche que lo vi con Maxine en su habitación, y debo aferrarme a esa elección. 

— ¿Por qué estás tan pensativa?— pregunta Dalia de pronto, sacándome de mis pensamientos. Yo me giro para observarla; su mirada curiosa está puesta en mí. El reloj marca las ocho de la noche, y creo que me he pasado cada minuto del día con la vista clavada en la pared. 

— No lo sé— miento. Tengo la sensación de que ella sabe que no estoy diciendo la verdad, pero, al mismo tiempo, no quiere presionarme para que se la diga. Dalia asiente y acorta la distancia entre nosotras; luce despeinada y somnolienta, y sé que tiene que ver con que ha estado haciendo mi trabajo estos días. De pronto, me siento culpable. 

— Estoy aquí para ti— me asegura. Y yo asiento, porque ya lo sé. Y lo agradezco.

Su cercanía no dura demasiado porque soy testigo de la manera en la que se está vistiendo con su chaqueta impermeable. Mis ojos se fruncen de manera rápida; no sé qué es lo que podría querer hacer cuando la lluvia azota el edificio con fuerza, casi como si estuviera amenazando con tirarlo abajo. 

— ¿Hacia dónde vas?— me atrevo a preguntar. Ella se gira sobre sus propios talones para regalarme un pequeño ademán de agotamiento. 

— Evan me pidió que cierre el gimnasio por él— me cuenta, rebuscando las llaves entre sus bolsillos— tiene un gran examen mañana para el que no ha estudiado nada, así que Nikola lo está ayudando. 

Yo sacudo el rostro y me levanto de la cama tan rápido como puedo. 

— Déjame hacerlo a mí— le aseguro, cogiendo mi abrigo para ponérmelo encima incluso antes de que ella me pueda responder— tu ya hiciste demasiado por mí esta semana.

NIGHTEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora