La biblioteca se ha inundado.
Nadie sabe cómo es que ha sucedido, ni porqué. La señora Dufort, la dueña del edificio, ha salido a decir qué no pueden explicar qué es lo que pasó con las cañerías, pero que harán su mejor esfuerzo para arreglarlo tan pronto sea posible para que los estudiantes puedan volver a ocupar las instalaciones con normalidad.
O al menos, eso es lo que se lee en el cartel que cuelga de la entrada de la biblioteca; pero puedo comprobar la veracidad de la situación cuando agacho la mirada y observo cómo el agua se desliza por debajo de la puerta.
Dejo salir un resoplido; el reloj marca las cuatro y cuarenta. He estado todo el día armándome de valor para aparecerme a estudiar con Marcus, y ahora que lo hago, el futuro parece haber armado otro plan para mí.
Supongo que esto es bueno; supongo que ahora no tendré que fingir que el chico no hace que mis pulsaciones aumenten al máximo cada vez que está cerca.
— Esto sí que es una lástima— su voz resuena a mis espaldas haciendo que yo dé un enorme respingo. Me aclaro la garganta, pero no me atrevo a observarlo. No cuando la cercanía que hemos tenido hoy en clases ha estado rondando todo el día en mi mente.
No es que me atraiga Marcus; más bien, es algo en los Voclain. Ellos tienen esta manera extraña de decir muy poco y a la vez demasiado; como si supieran que, no importa lo que hagan, el mundo entero les estará prestando atención.
Quizás es esa misma indiferencia en todo lo que hacen la que, precisamente, hace que las miradas se giren cada vez que ellos pasan por algún lugar.
— Supongo que tendremos que estudiar en mi habitación— dice él. Una sarcástica risa se apodera de mi garganta, y, finalmente, me atrevo a observarlo.
Él está de pie, justo delante de mí. Su mano derecha se mantiene guardada en su bolsillo y su mano izquierda sujeta con firmeza el tirante de su mochila. El peso de su cuerpo reposa sobre uno de sus pies y sus ojos están clavados en mí, provocando que todo en mi interior sea un torbellino de emociones.
— De ninguna manera— niego con el rostro, mientras me dispongo a caminar hacia mi habitación. Si la biblioteca se ha inundado, realmente no hay nada que yo pueda hacer.
Mis pies se deslizan con rapidez a través de las instalaciones hasta que finalmente salgo del edificio. El viento golpea mi rostro de manera brusca y el frío se cuela en mis entrañas de inmediato, provocando que yo tire de los bordes de mi suéter para intentar abrigarme un poco.
Puedo sentir los pies de Marcus apresurando el paso para alcanzarme.
— ¡Me dijiste que me ayudarías con mi tarea de matemáticas!— se queja él. Yo asiento sin observarlo y sigo caminando; tengo la sensación de que en cualquier momento se va a poner a llover, así que intento avanzar un poco más rápido.
— Pues para la otra será— resoplo.
Marcus da tres enormes zancadas para interponer su cuerpo entre el camino y yo, provocando que choque torpemente contra su firme abdomen. De repente, me obligo a mí misma a subir la mirada y no dejarme intimidar por esos hipnotizantes ojos verdes.
— No iré a tu habitación, Marcus— intento sonar tajante. Él se encoge de hombros.
— No pasa nada— dice despreocupado— iré yo a la tuya.
Ruedo los ojos al cielo y me hago a un lado para seguir caminando hasta mi edificio. Sé que está agotando todas las posibilidades que tiene, así que intento mantenerme firme en mi decisión; nunca me ha dado demasiado confianza la gente que insiste demasiado, no importa qué tan atractiva sea.
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NIGHTED
Teen FictionNIGHTED: La reencarnación de la reina Mens Olivia Noboa tiene un talento innato para hacer de su pasado un misterio. No tiene amigos, familiares, y nadie sabe qué sucedió en la última casa de acogida en la que estuvo, lugar que la dejó con un trauma...