Capítulo 3.

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La primera semana de escuela pasa sin novedad alguna; no vuelvo a ver a Vince en clase de matemáticas, la mayoría de mis clases me tocan con Evan o Dalia e incluso en gimnasia hice el esfuerzo de probar entrar a clase de atletismo. Obviamente, no resultó. 

Cumplí mis labores todos los días después de la escuela, conocí a una que otra persona en el Ala B, (o como la llamo ahora para seguir la corriente al resto; "La casa") y no conocí la voz de Nikola hasta esta misma noche de sábado cuando estoy a punto de quedarme completamente dormida. 

Puedo sentir cómo la puerta de la habitación se abre pero no me giro porque asumo que es Dalia. Con el paso de los días he aprendido que disfruta de fumar un cigarrillo a escondidas en el patio trasero justo después de cenar, y unos instantes antes de bañarse; yo no digo nada, pero sé que está prohibido. 

Sin embargo, me veo obligada a abrir los ojos cuando la voz que habla es silenciosa y desconocida, como si se tratara de un antiguo amigo contando un secreto. 

— ¿Olivia?— pregunta el muchacho. Nikola es quien me está buscando y honestamente no sé qué hace en el pasillo de las chicas ni porqué la guardia que ha estado todas las noches revisando las habitaciones ha desaparecido ahora que ha llegado el fin de semana. Aún así, yo intento no parecer demasiado sorprendida con la presencia del chico por dos simples motivos; 

1. Soy demasiado desconfiada como para no sentirme asustada. 

2. Estoy demasiado atónita con el hecho de finalmente conocer su voz. 

Lo cierto es que me pasé la semana pensando que quizás le había caído pésimo, o que tenía una voz demasiado vergonzosa como para darla a conocer, pero lo cierto es que su voz es suave y atractiva y su tono es amigable.

— ¿Todo bien?— pregunto confundida. Nikola asiente suavemente con el rostro. 

— El juego está a punto de comenzar— me cuenta— ¿no quieres ir?

Yo me siento sobre la cama y le muestro mi pijama, algo avergonzada. Estoy segura de que Dalia había mencionado algo sobre los juegos de los sábados, pero, con todo el ajetreo de la primera semana, las clases nuevas, el trabajo en el gimnasio, las pesadillas, las crisis, las respiraciones agitadas en la mitad de la noche.... supongo que simplemente lo olvidé. 

— Puedo esperar que te cambies si lo deseas— me asegura en medio de una sonrisa, y no puedo evitar sentirme conmocionada por aquel tierno gesto.

Entonces me recuerdo a mí misma que no debo sobresaltarme por la primera muestra de decencia humana básica que alguien me muestre. 

— Gracias— murmuro, cogiendo algo de ropa para dirigirme al baño a cambiarme. 

Después de meter mi cuerpo en unos pantalones deportivos y una sudadera y amarrar mi cabello en una coleta, Nikola y yo caminamos por la casa que ahora se encuentra completamente vacía. 

Un nerviosismo recorre mi cuerpo con el hecho de que nuestras solitarias almas estén vagando por allí, pero intento ignorar por completo esos pensamientos para centrarme en las risas que se escuchan a lo lejos. 

Siento la necesidad de conversar de algo con Nikola, pero no sabría qué decirle exactamente; no es como si el chico dijera muchas palabras e incluso si lo hiciera, nunca he sido demasiado buena para hablar con las personas.

Supongo que Nikola y yo no somos tan distintos después de todo. 

Cuando salimos a la enorme pradera y cruzamos la reja para avanzar hasta donde se encuentra el resto, no puedo evitar sentirme maravillada por la alegría que parece gobernar el lugar; el enorme espacio que normalmente está lleno de adolescentes estudiando o caminando hacia sus clases ahora está repleto de sonrisas, carcajadas, grupos de amigos y gente jugueteando por doquier. 

NIGHTEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora