Capitulo 26.

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Me he pasado los últimos cinco días llorando por lo que sucedió con Vince, sin levantarme de la cama. Ha llegado hasta mi la resolución de que moriré en unas semanas más, así que, en realidad, no tiene mucho sentido que siga asistiendo a clases o privándome de los placeres de la vida como dormir hasta el mediodía, o quedarme encerrada en la habitación leyendo un buen libro.

Aquella última conversación que tuve con Vince sigue apoderándose de mi mente. Sigo preguntándome si es que acaso tomé la decisión correcta al alejarme de él; cada vez que su rostro se me viene a la mente, no puedo evitar pensar en sus manos bajando por la cintura de la morena, Maxine. Me imagino sus labios besándola, su meñique entrelazándose con el de ella, el rostro de Maxine reposando en su hombro. Pienso en todas las cosas que hicimos las últimas semanas y lo imagino haciéndolas con ella, y no puedo evitar torturarme una y otra vez con esos pensamientos.

— No puedes seguir haciendo esto— dice Dalia cuando está a punto de marcharse a su primera clase del día . Yo la observo; está al tanto de mi pequeña ruptura amorosa, que ni siquiera alcanzó a a ser una ruptura amorosa. Estaba en lo cierto cuando le dije a Vince que no éramos nada.

Dalia se ha encargado de hacer mi trabajo de pagada solamente porque no quiere que me echen de la universidad, pero sé que le está comenzando a molestar tener que ir a cerrar la biblioteca todos los días además de pasar tiempo en la administración.

Yo me giro en la cama y tapo mi rostro con la almohada. Según Dalia, Vince no ha asistido a clase en los últimos días , y Nikola no deja de preguntar por mí. Yo ruedo los ojos cuando me cuenta esas cosas porque sé que probablemente Nikola sabe todo lo que ocurrió; su oído es su mayor amigo.

— En algún momento tendrás que enfrentar a Vince— dice ella en frustración— y que le jodan, además. Tiene suerte de haber logrado besar a una chica como tú.

Yo esbozo una pequeña sonrisa en su dirección, a pesar de que sé que es mentira. Vince podría tener a cualquier chica que él desee y todo el mundo sabe eso.

— Sólo será por hoy— le aseguro, pero es lo que he estado diciéndole toda la semana, y ese bucle infinito de tristeza todavía no termina. Aún así, Dalia suelta un enorme suspiro por lo bajo y asiente.

— Espero que esta vez sea cierto— musita, acortando la distancia entre nosotras para depositar un beso en mi frente antes de, finalmente, desaparecer por la puerta.

Yo me quedo allí mirando el techo mientras intento poner mis pensamientos en orden. No quiero gastar mis últimos días de vida pensando en un muchacho al que nunca realmente le interesé, pero no puedo evitarlo. Él es el primer chico al que realmente le he cogido un poco de interés a lo largo de mi vida; y lo peor es que ni siquiera es un chico.

Doy vueltas en la cama intentando dormir durante varios segundos y, cuando no lo consigo, decido ponerme a leer el libro que me ha prestado Dalia. Esta vez no es sobre vampiros, sino que sobre hombres lobos. Sin embargo, no puedo concentrarme en aquellas páginas.

Me gustaría que Nikola y los Voclain puedan leer mi mente de pronto para que todo esto pueda acabar. He, incluso, imaginado la escena en mi cabeza un millón de veces. Ellos entrarían a la habitación y me preguntarían porqué estoy pensando tanto en el estúpido libro que cogí de la biblioteca, y yo les respondería que cómo es que lo saben. Ellos se darían cuenta de que pueden leer mi mente y de que no soy realmente la reina a la que quieren asesinar para, de alguna manera, salvar.

Sin embargo, pasan los días y no puedo dejar de pensar en que quizás sí soy la reina. Lo que Vince me dijo hace semanas atrás no deja de venir a mi cabeza una y otra vez; el hecho de que, quizás, fui yo quien mató a Lazcani esa noche.

NIGHTEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora