Capítulo 20.

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El viernes por la mañana, mis ojos se sienten cansados y una sensación rara se ha apoderado de mi cuerpo. He estado toda la noche reviviendo ese beso que tuve con Vince; he estado reviviendo nuestra discusión, nuestros cuerpos adentro de esa habitación y las palabras que me dijo cuando nos separamos. 

Después de eso, nada más sucedió. Yo simplemente asentí y me giré sobre mis propios talones en silencio para volver a mi habitación a cambiarme toda esa ropa húmeda; para cuando llegué, Dalia ya estaba durmiendo, así que intenté hacer la menor cantidad de ruido posible. 

Metí mi cuerpo una pijama, cerré los ojos e intenté dormir, pero era como si me mente hubiera estado trabajando a tope; sólo podía pensar en Vince, en esa mezcla a alcohol y menta que se desprendía de su boca cuando nuestros labios se juntaban, en su toque cálido, en sus manos aferradas a mi cuello. Mientras lo revivía, no podía dejar de preguntarme porqué lo hizo; ¿por qué me besó?

— ¿Pensando en tu cita de anoche?— la voz de Dalia me saca de mi ensimismamiento. Yo dejo de clavarle la mirada a la pared para observar la manera en la que ella sale de su cama para acortar la distancia entre nosotras y escabullir su cuerpo en mi cama, así que me hago a un lado para darle un poco de espacio. 

Cuando está a mi lado y se gira para que quedemos frente a frente, nuestras cabezas reposando en las palmas de nuestras manos y nuestras rodillas tocándose, yo no puedo evitar sonreír como una completa idiota, y, por inercia, cubro mi rostro con la sábana de la cama. 

— ¡Dime qué sucedió ahora mismo, Olivia Noboa!— exclama ella con emoción. El reloj apenas marca las siete de la mañana; nuestros rostros lucen cansados, pero, al mismo tiempo, hay una pequeña brisa de energía rodeando nuestro aura. 

La lluvia choca con la ventana y la poca luz del día ingresa a la habitación. Cuando me descubro el rostro, Dalia está escuchándome con atención.

— Me besé con Vince Voclain— lo digo en un susurro tan bajito que no sé cómo es que ella ha conseguido escucharme. 

Dalia abre los ojos con sorpresa; puedo notar la manera en la que una enorme sonrisa se apodera de la curvatura de sus labios y la emoción es tanta que debe taparse el rostro con la almohada para procesarlo. Una vez que vuelve a fijar la atención a mí, ella se inclina un poco en mi dirección. 

— ¿Vince Voclain..?

— ¡Shh!— siseo, tapando su boca con mis manos como si alguien pudiera escucharnos. Bueno, de hecho si hay alguien que puede hacerlo— ¡es un secreto, Dalia! ¡no puedes contárselo a nadie! Ni siquiera a Evan.

Ella asiente, aún en estado de shock. 

— ¿Puedes decirme cómo, en el cielo, tuviste una cita con Calvin y terminaste enrollándote con Vince?— pregunta con curiosidad. 

Yo giro mi cuerpo para quedar recostada de espalda y clavo mis ojos en el techo. Soy consciente de la boba sonrisa que se ha apoderado de mi rostro y que no soy capaz de quitarme de encima; hace un día atrás odiaba a Vince, y ahora siento que podría besarlo de nuevo y la sensación de adrenalina seguiría siendo la misma. 

Sé que probablemente no debería decírselo a Dalia, sobre todo porque Nikola puede estar escuchando; pero necesito, de una vez, tener alguien a quien comentarle lo que me sucede. Ya es lo suficientemente frustrante tener que cargar con el peso de que quieran asesinarme por mi cuenta; no puedo, además, tener que guardar esto.

Sí, el hecho de que Vince pueda asesinarme ha rondado por mi cabeza; es por lo que he intentado no hacerme muchas expectativas con respecto a este beso. De seguro para él no significó nada, así que lo único que debo hacer es fingir que para mí tampoco. Sencillo, ¿no?

NIGHTEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora