9. Cambio de rumbo

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Actualidad...

No se tarda mucho en viajar a ese sitio donde naciste, solo basta con cerrar los ojos y recordarte, verte a ti mismo de pequeño corriendo por esas praderas junto a tu madre y tu padre para saber que ahí eras más feliz que nunca. Sin problemas, ninguna preocupación y nadie que te señalase por cualquier movimiento que hicieses en falso y pudiese molestarles.

Ahora al abrir los ojos te ves ahí, en medio del mar tú solo sin que nadie te recoja cuando te caigas, teniéndote solo a ti mismo para preocuparte por lo que pueda venir. Con mil problemas y miradas que desean verte en un triste final. Pero aún en medio de toda esa triste soledad sigue habiendo una pequeña mirada marina que sin verla sabes que está ahí, la mirada de alguien que en las sombras te sigue por miedo de lo que te pueda pasar, preocupada por tu vida y que será la primera en salvarte aunque ella tenga que morir. 

El mundo es un continuo bucle de gente buscando el bien de otros pero sin importar el suyo propio, están aquellos donde se sigue una línea recta como si fuese una cadena de preocupación, gente que no mira a su alrededor y no sabe quien tiene cerca. Y están esos que se vuelven infinitos, los que se unen las líneas, cuando el de delante en la línea recta anterior se gira y contempla a esa persona que siempre ha admirado su persona. Descubre a quien ha hecho que todo lo que podía haber salido mal saliese bien.

-¡Capitán nos acercamos a tierra!- me avisan recordándome que aún sigo en la borda apoyado en uno de los barriles vacíos.

-Perfecto- abro los ojos golpeado por el Sol que se empieza a querer ir- ¡Nos acercamos a puerto!

Mi advertencia o más bien petición de querer ir hasta el mismo puerto asusta a aquellos que no confían en mi. La intención de atracar en el mismo puerto es para hacer saber a la gente que he llegado, que la voz corra para aquellos que nunca vieron en mí más allá que un muchacho maldito por su propio tío que ansiaba ir al mar en busca de sirenas. Me gustaría avisar casa por casa que ahora soy pirata, que me da igual si avisan a la guardia porque sabré como salir airoso de la situación. Capitán del Ondina como mi padre lo era en su propio barco, la sangre paterna ha podido más que esa estúpida tradición que manchaba la materna de la que me queda poco más que el aspecto físico y mi propia madre así como mi tío.

Veo como Herrán ordena al hombre que lleva el timón para que lo suele buscándome después a mí con la mirada para que me acerque. Subo por inercia hasta llegar a él que lleva ahora el control del barco.

-Mi capitán todo suyo, debe entrar allí como quien es.

Dejando a la deriva el barco por segundos mis manos agarran corriendo el timón hasta acercarlo al puerto. No digo nada, me limito a mostrar un semblante serio por el cambiado aspecto que se ve a primeras en la gente, las casas y cualquier rincón visible desde mi posición. Herrán a mi lado ordena echar el ancla mientras yo clavo mis ojos en el Gato que también me mira por un momento antes de ayudar a dejar quieto el barco en la posición que he establecido yo con lo que me enseñó Fer sobre el manejo del timón. A él si que le gustaba estar al mando de esta enorme rueda de madera con salientes para agarrarlo, pero yo prefiero que sean otros los que se encarguen de ello, con llevar el rumbo y las ordenes me es suficiente como capitán de momento.

El primero en bajar del barco soy yo, giro mi cuerpo al mismo nada más pisar puerto, con el silencio de los marineros veo ondear la bandera de la calavera y sonrío orgulloso de haber conseguido todo en solo dos años. Sin duda tuve suerte al ser acogido bajo el ala de Fer, algo tuvo que ver en mí para confiar sus pocos años de vida en mí.

Los murmuros se extienden con gran velocidad, a medida que voy abriéndome paso por el puerto para llegar hasta la primera calle la gente habla sobre mí, mi tripulación y el Ondina que luce una grande sirena en la proa. Apenas la he mirado pero se perfectamente su pose, ladeada como si se apoyase en una enorme piedra, con una cola digna de admirar y el pelo tallado tapando mitad de su rostro para que así nadie pueda saber su identidad. Una sirena anónima a imaginación de cada uno como es aquella hermosa cara que para mi tiene sin duda nombre. Eva.

Serea, la tradiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora